Con ilusión, ambición y sensibilidad, Cristina Avella Camarero (Oviedo, 1973) ha conseguido superarse a sí misma en las distintas fases de su vida. En todas ellas, aseguran quienes la rodean, «Cris ha sido una buena persona» en la que siempre ha estado presente un inagotable afán por aportar su granito de arena de cara a ayudar al resto de las personas. Con estos ingredientes afronta ahora la dirección de la Fundación Hogar de San José, la antigua líder del Albergue Covadonga durante ocho años, una etapa que conllevó que Gijón se convirtiera en su segunda casa.
El reto que se le presenta a Avella podría resultar complicado para multitud de personas. Sin embargo, a ella estas situaciones le vienen como anillo al dedo. Desde su juventud, la protagonista de estas líneas demostró ser una persona simpática, empática y tenaz en Oviedo, donde forjó las raíces de las que tanto presume.
Unida en todo momento a su familia, siendo la pequeña de cuatro hermanos, la nueva directora de la Fundación Hogar de San José fue escolar del Colegio de las Dominicas de Oviedo. Allí conoció a algunas de las amigas que le siguen acompañando en su día a día. Cuando completó su formación en este centro, Avella se decantó por estudiar Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Oviedo. A lo largo de su paso por la Universidad exhibió su inabordable tesón, lo que le permitió culminar la licenciatura con éxito.
Sin embargo, mientras que la mayoría de sus compañeras de promoción optaron por adentrarse en trabajos relacionados con la banca y el sector privado, Avella se decantó por un camino totalmente diferente. El de prestar servicio a los colectivos vulnerables. Un trabajo que ella misma define como «la gasolina que impulsa el resto de los aspectos de mi vida».
Desde pequeña ya había formado parte de los scouts y los voluntariados siempre le llamaron la atención. Uno de los primeros que realizó fue el de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Más tarde, estando vinculada a las Comunidades de Vida Cristiana de Oviedo, esta licenciada decidió asociarse con dos miembros de la misma para crear una empresa de economía social radicada en Gijón y que tuvo como finalidad la promoción económica y el empleo, la inserción sociolaboral y la cooperación al desarrollo. A raíz de esa decisión, Avella se trasladó al barrio de El Natahoyo, un espacio que desde entonces no ha dejado de significar hogar y refugio.
Su manera de entender la vida le llevó a participar en proyectos de cooperación internacional en países africanos como Senegal, Mozambique o Mauritania. Este último marcó un antes y un después para Avella. Al igual que ella, allí también estaba llevando a cabo labores de cooperante François, el hombre del que se enamoró y con quien volvió a España para casarse y formar una bonita familia en su ciudad natal, en la que también ha crecido Pablo, su hijo de 12 años que en septiembre iniciará su educación secundaria.
Con el imprescindible apoyo de su marido y de su pequeño, Avella ha jugado un papel trascendental en el Albergue Covadonga hasta el pasado mes de diciembre. Como directora del centro de personas sin hogar gijonés supo utilizar todo lo aprendido en sus anteriores iniciativas. «Gestionó situaciones complicadas muy bien y lo hizo siempre con la enorme sensibilidad que le caracteriza. Tiene el reconocimiento de todos los que se dedican a la intervención social», aseguran desde su entorno, desde el que también resaltan su capacidad gestora que desde enero ha lucido en la Fundación Hogar de San José desempeñando el puesto de administrativa y ayudando a Rafael Piñera, a quien ahora releva en la dirección.
En este nuevo desafío que encara con los 51 años recién cumplidos, aquellos que mejor la conocen no dudan que lo asumirá con entusiasmo y teniendo en cuenta cada uno de los detalles que resultan necesarios en esta obra que acumula más de siete décadas de experiencia al servicio de niños, adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad o exclusión social. Para ello contará, dentro de su equipo directivo, con Lucía Morán y José Luis Casaprima. A los tres les une una mirada de justicia social y una implicación inmensa.
Habría quien pudiera pensar que esta amplia lista de quehaceres a lo largo de estos años en el Albergue Covadonga y, desde enero, en la Fundación Hogar de San José alejaría a Avella de encontrar momentos para la diversión y la evasión que le ofrecen sus pasiones y sus seres más queridos. Nada más lejos de la realidad. A ella le encanta pasar tiempo con Ana, su madre, otro de sus pilares fundamentales. También con sus hermanos, Lucía y Pablo. Y siempre tiene muy presentes a José Ramón, su padre y referente, y a Pablo, su hermano, ya fallecidos.
En sus escasos ratos libres, a Avella le gusta leer y le sigue prestando mantener la vena artística que exprimió en su adolescencia, cuando iba al taller de Consuelo Vallina e incluso ganó el premio de pintura en el certamen de Artes Plásticas del Principado de Asturias.
Con ella al frente, la Fundación Hogar de San José inicia una etapa en la que imperarán la colaboración y la continuidad en el modelo de atención personalizado.
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