La paradoja de las platas olímpicas, en los deportes que se resuelve en una final de uno contra uno, es que quien la gana lo hace perdiendo su última competición. Sirve esta perogrullada para contextualizar la expectación que había sobre qué Carlos Alcaraz aparecería en la sala de prensa de Roland Garros, si un flamante subcampeón olímpico o un hombre derrotado por el mejor tenista de todos los tiempos.
Y Carlos, nada más aparecer, por la puerta, resolvió el debate. Estaba sonriente el murciano. No exultante, claro, pero sí feliz por esa medalla de plata, el hombre más joven que la consigue en un siglo, desde París 1924. “Quería más, quería el oro, pero me voy con la cabeza muy alta, contento con el nivel que he dado. He hecho un gran torneo y un gran partido, estoy orgulloso de mí mismo”, explicaba.
Quería más, quería el oro, pero me voy con la cabeza muy alta
Una felicidad que lo alejó de la autocrítica, consciente de que Djokovic “elevó el nivel” en los momentos decisivos, especialmente en los dos ‘tie breaks’ que el serbio resolvió a su favor y que él no fue capaz de hacerlo, lo que le lleva a estar “decepcionado” por no dar lo mejor de sí mismo en esas situaciones de partido.
«He notado su hambre»
“Djokovic tenía más ganas de ganar el oro que yo”, reconoció sin ambages, consciente de la obsesión del serbio por el oro olímpico: “He notado su hambre en esos momentos decisivos. Lo ha hecho mejor y se ha merecido el triunfo”.
Acaso el mayor dolor que cargaba Alcaraz tras la final era una cierta sensación de haber “decepcionado” a los españoles, que confiaban en él para sumar un segundo oro olímpico al medallero de estos juegos, tras el de Diego Botín y Florian Trittel en vela. Y por eso lloraba a lágrima viva al final, dice, porque “no he podido hacer que los españoles se sientan orgullosos”. Frase muy discutible, en todo caso.
“Hoy he sentido más presión, o una presión diferente a la que he tenido en las cuatro finales de grand slam que he jugado [todas ganas]. Estaba jugando por una medalla de oro, por España. Quizá otros no sienten la presión de jugar por su bandera y por su país. Pero yo sí”, añadía el murciano.
Quizá otros no sienten la presión de jugar por su bandera y por su país. Pero yo sí
Ahora, se tomará unos días de descanso y no acudirá al Masters 1000 de Montreal, que arranca el martes, aunque sí al de Cincinnati, la semana siguiente, de cara a preparar el US Open. Y, a lo lejos, mirando ya a Los Ángeles, una premonición que quedó verbalizada este domingo en París, sobre la red de una Philippe Chatrier que ya cierra sus puertas: “Djokovic me ha dicho que ganará la medalla de oro algún día”.