Un recluso de 30 años de edad, condenado por agresión sexual e intento de homicidio, ha intentado arrancar un dedo a mordiscos a un trabajador de la cárcel de Campos del Río, donde se encuentra actualmente cumpliendo la pena.
Este hombre cuenta con amplio historial de conflictos en centros penitenciarios como Castellón, Villena (Alicante), Valdemoro o Estremera (Madrid). Por ejemplo, en 2021 el sujeto salió de la cárcel el pasado tras cumplir condena, con una pulsera, dado que tenía una orden de alejamiento de la mujer a la que agredió sexualmente en 2016. Pero se arrancó la pulsera. Tres días después, una joven denunció que un individuo la había intentado violar cuando iba a su casa en Tarancón (Cuenca). La chica, de 22 años, logró zafarse, aunque el individuo la sometió a tocamientos contra su voluntad.
Horas después, la Guardia Civil localizó al sospechoso por la A-3 a la altura de Villarrubio. Cuando fueron a por él, comenzó a correr, saltó una mediana e intentó fugarse. Durante la detención se resistió y agredió a uno de los agentes.
Más aún: se da la circunstancia de que la Audiencia de Cuenca condenaba, el año pasado, a este sujeto a 10 años de cárcel por intento de homicidio: apuñaló en el cuello con un cristal a uno de los seis funcionarios de la prisión de Cuenca que acudieron a la celda a reducirle. Le hizo un corte de tres centímetros de profundidad cerca de la yugular.
También es el recluso que, cuando estaba internado en Villena motivó la apertura de una investigación interna contra tres funcionarios por reducirlo. Los inspectores de Instituciones Penitenciarias, tras ver las imágenes grabadas, consideraron que las versiones de los funcionarios y lo que grabaron las cámaras no coincidía: el sujeto los embistió, insultó y amenazó.
Este individuo, de origen marroquí, lleva algo más de un año en el penal más grande de la Región.
Volviendo a la agresión de Campos del Río, desde el sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) detallaron que los hechos tuvieron lugar el jueves, tras el reparto del desayuno. «Una vez informado el interno que debía de salir solo al patio, debido a que se encontraba cumpliendo sanción de aislamiento en celda, por lo que le correspondían dos horas de salida a patio, el interno le grita al funcionario: ‘Voy a salir ahora y lo haré con todos los demás internos de la galería’. El funcionario, cumpliendo con las normas de régimen interior del centro, le informa que eso no puede ser». Y ahí empiezan los problemas.
Comienza a autolesionarse
Empezó con puñetazos a través de los barrotes. Le dio al funcionario en la ceja. Cuando otro trabajadores le recriminaron lo que había hecho, el interno, «en un gran estado de agresividad y agitación», empezó a autolesionarse.
«Haciendo caso omiso a las órdenes dadas por los funcionarios para que cese su conducta autolesiva, el interno continúa propinándose golpes en la cabeza por lo que los funcionarios se ven en la obligación de entrar a la celda para evitar que siga autolesionándose y así garantizar su integridad física».
Dentro, más puñetazos y patadas. Se abalanza hacia los funcionarios, «consiguiendo agarrar del polo del uniforme al funcionario al que había propinado el puñetazo». Le arranca el polo a jirones y «le muerde fuertemente en un dedo, comenzando a sangrar abundantemente», prosigue el sindicato.
«Finalmente y tras una dura intervención debido a la extrema violencia ejercida por el interno, los funcionarios consiguen esposarlo y trasladarlo a la galería de aislamiento provisional. Una vez allí y tras un ‘supuesto’ cese de la actitud agresiva del interno, al quitarle las esposas, de manera nuevamente sorpresiva, vuelve a abalanzarse sobre uno de los funcionarios lanzando puñetazos a la cara y al estómago, golpes que el funcionario consigue esquivar«, subrayan desde TAMPM.
«Rezamos cada día»
«Estos humildes trabajadores, servidores públicos, rezamos cada día por llegar a casa ilesos, rezamos para que la decisión del gobierno de turno no haga que nuestras familias esperen en vilo nuestra llegada a casa con un ojo morado, un brazo roto, o que no lleguemos… Tenemos familias orgullosas de nosotros que nos esperan cada día al llegar a casa, pero somos invisibles para aquellos que han de velar por nuestra seguridad, para aquellos que deben de salvaguardar nuestras propias vidas haciendo lo que la sociedad espera y necesita, y así poder cumplir nuestro mandato constitucional, el de la reeducación y reinserción social».
«Desde TAMPM deseamos pronta recuperación al compañero brutalmente agredido mientras hacía lo que mejor sabe hacer: cumplir con su trabajo ayudando a quien lo necesita», destacan.