El expresident catalán Carles Puigdemont ha dado este sábado por hecho que será detenido cuando regrese a España, lo que ha prometido que hará cuando tenga lugar un debate de investidura en el Parlament: «Si se salen con la suya, imagino lo que me espera y lo que debo hacer», ha dicho.
Carles Puigdemont ha roto su silencio después de conocer que ERC que avalará la investidura de Salvador Illa. En una carta publicada en las redes sociales, el expresident ha ratificado que regresará a Cataluña para acudir al Parlament el día en que se celebre el pleno de investidura a riesgo de ser detenido y responde a la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, que su arresto sí tiene un sentido político.
Tras casi siete años en el extranjero, Puigdemont mantiene que se marchó para «seguir protegiendo la institución ilegítimamente destituida» por la suspensión de la autonomía con el 155 y que su vuelta a Cataluña debe leerse como «una confrontación contra un régimen demofóbico y no de lamento o de victimismo». «Verme encarcelado ha sido el sueño frustrado de los perseguidores españoles durante siete años. Pero, para hacerlo, deberán violar muchas cosas: no es solo la ley de amnistía, es embarcarse en una detención ilegal y desobedecer las decisiones internacionales», avisa. La pretensión es, en el fondo, abrir una brecha entre el legislativo que impulsó la ley del olvido penal y la aplicación del poder judicial, después de que el Tribunal Supremo haya decidido amnistiarle de los delitos por los que fue procesado, salvo el de malversación, por lo que si es detenido será llevado ante el juez, que decidirá si le decreta prisión provisional.
Los dardos a Esquerra
Puigdemont no escatima críticas a los republicanos: asegura que tendrá un «impacto negativo» que Cataluña tenga «un Govern de carácter españolista», «alérgico a la plena normalización de la lengua y que no tendrá ninguna capacidad de negociación real con el Gobierno para resolver el conflicto histórico».
Así, deja caer que antes de dar los votos al PSC, lo que debía haber hecho ERC es «explorar alternativas, incluida la repetición electoral en nuevas condiciones», confirmando así que el plan de Junts pasaba por presionar en esta dirección teniendo en cuenta que los socialistas no iban a ofrecer a Puigdemont su abstención habiendo ganado los comicios.
Ante los comentarios que ha generado su posible regreso, confirma también que dirigentes de su entorno le han pedido que no vuelva ahora, pero dice que quiere mantenerse firme en su decisión, que fue el ‘leitmotiv’ de la campaña electoral: «Irme al exilio fue una decisión política, regresar también lo es«, apunta, en alusión velada a Rovira, que aseveró que no le veía sentido a que regresara ahora para ser encarcelado.
Puigdemont recuerda que ya prometió volver en 2017 y que, al no hacerlo, fue «víctima de una campaña de desprestigio» y que no volvió al ver cómo el entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, suspendía el pleno el 30 de enero de 2018 por las advertencias del Tribunal Constitucional sobre el veto a una investidura a distancia. Así, y a cuenta de la implosión en ERC por los carteles de los hermanos Maragall, les responsabiliza de la campaña difamatoria que dice que sufrió entonces: «Visto lo que hemos conocido sobre el escándalo de las campañas de guerra sucia organizadas por ERC, tengo pocas dudas de cómo se alimentó aquella campaña de desprestigio, un patrón que nos encontraríamos ahora con más intensidad», indica.
Ahora bien, llama a entrar en una nueva etapa en la que se «expulsen» las malas artes y la «toxicidad» como «tácticas de beneficios partidistas».