Manuela fue encontrada un día en la calle, totalmente desorientada y sin apenas hablar. No llevaba encima ningún tipo de identificación. Alguien la trasladó al Hospital del Mar de Barcelona. Allí los médicos se fijaron en que solamente era capaz de pronunciar un juego de palabras que incluía su nombre. Tenía 70 años y buen aspecto: estaba bien vestida, limpia e incluso tenía las uñas pintadas. Los sanitarios activaron el Código Ictus.

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