Jesse Owens se convirtió en uno de los mayores iconos de la historia olímpica al conquistar cuatro oros como cuatro soles en los Juegos de Berlín 1936. Sí, un estadounidense de raza negra ridiculizó las ideas racistas de un Adolf Hitler que vio en el Olympyastadion cómo el de Alabama reinaba en 100, 200, 4×100 metros y salto de longitud.
48 años después, Carl Lewis emuló esa gesta reinando en esas mismas pruebas en Los Ángeles 1984, una cita en la que el atletismo español logró su primera medalla olímpica en la pista con el bronce del azulgrana José Manuel Abascal en 1.500 metros.
También logró cuatro en Paris 1924 otro finlandés como Ville Ritola (10.000, 3.000 obstáculos y por países en 3.000 y en cross) y la neerlandesa Fanny Blakers-Koen en Londres 1948 (100, 200, 80 vallas y 4×100), aunque por delante de todos están los cinco del ‘Finlandés Volador’ Paavo Nurmi en París 1924 (1.500, 5.000, cross y por equipos en 3.000 y en cross).
Por primera vez en este siglo y con permiso de una Sifan Hassan que competirá en 1.500, 5.000, 10.000 y maratón, Noah Lyles sigue teniendo entre ceja y ceja el objetivo bastante irreal de emular a sus compatriotas Lewis y Owens, aunque ‘cambiando’ la longitud por el relevo largo.
Con la salida como su punto débil, el de Florida lleva un lustro reinando en el doble hectómetro con tres oros mundiales y un mejor registro personal de 19.31 que lo acerca mucho a los históricos 19.19 de Usain Bolt (también tiene por delante a otro jamaicano como Yohan Blake con 19.26).
El hermano mayor de Josephus siempre soñó con ser el mejor en el hectómetro, una distancia en la que había vencido en 2016 en el Mundial sub’20 de Bydgoszcz y en la Copa Continental de Ostrava en 2018. A base de trabajo, el de Gainesville fue puliendo su salida y el verano pasado reinó en los 100 metros en el mundial de Budapest con 9.83 (igualó su mejor marca) y, como era de esperar, en 200 (19.52) y en 4×100 (37.38). ¡Incluso fue plata el pasado invierno en el Mundial de Glasgow en 60 lisos tras Chris Coleman… ¡Y plata en el 4×400 a seis centésimas de una Bélgica liderada por el campeón mundial Doom).
Noah Lyles lloró como un niño a orillas del Danubio y lanzó un órdago: «Quiero correr los 4×400 en París 2024. Quiero hacer cuatro pruebas». Con el mejor registro de su vida logrado el pasado 20 de julio en Londres (9.81), el estadounidense es tercero en el ranking mundial de 100 tras el emergente jamaicano Kishane Thompson (9.77) y el keniano Ferdinand Omanyala (9.79), es el mejor en 200 con 19.53 (seis centésimas menos que su compatriota Bednarek) y si no fallan será difícil que los estadounidenses no venzan en el relevo corto.
El problema llega en el 4×400. Quincy Hall venció en los Trials con 44.17, seguido por Michael Norman (44.41) y Chris Bailey (44.42), con el jovencísimo Quincy Wilson (16 años) sexto con 44.94 y con Justin Robinson noveno con 46.08. La mejor marca personal de Lyles es de 47.04 en 2016; eso sí, tiene 31.87 ventosos en 300.
De hecho, unas publicaciones en las redes han encendido a Hall, bronce en 400 lisos en Budapest 2023 y oro en el relevo largo. Después de que Lyles lo descartase en una quiniela para el 4×400 que hizo en sus redes, la respuesta fue letal: «Cada vez que sientas que puedes vencerme en 400, estás hablando demasiado de mi nombre en tu pequeño podcast». ¿Dejará Estados Unidos fuera a un atleta capaz de correr un segundo y medio más rápido para que Lyles haga historia? No parece viable.