No me hagas spoiler, decimos, no quiero saber cómo acaba. Nos fastidia que nos destripen las tramas. ¿Por qué esta obsesión con el desenlace? ¿Tan importante es? ¿Quién lo ha dicho? Para empezar los psicólogos que han observado que la mente humana tiende a recordar los principios y los finales, y mucho menos lo que ocurre entre medias. Nos podían haber preguntado a los guionistas y se habrían ahorrado tanto experimento. Desde el cine mudo nos consta que la memoria es injusta: la película puede ser una obra maestra, pero si el final falla, lo anterior no sirve de nada. El espectador abandona la sala con el final en la cabeza y eso condicionará su opinión sobre el total. No digamos ya si hablamos de pantallitas. Tienes unos segundos para enganchar al público o si no… en menos de dos, tres, cinco, siete… Zas. A otra cosa. Lo habrás perdido. Para intentar retenerlo nos devanamos los sesos buscando arranques poderosos y finales inolvidables. Lo que se denomina «acabar en alto».

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