Desde que Internet viraliza destinos de viajes cada vez más difícil encontrar un lugar que no esté atestado de turistas. De este modo, han surgido variadas formas de viajar basadas en los escenarios de series, películas y, cómo no, también el “turismo dark”.
Esta modalidad centrada en enclaves lúgubres cuenta con destinos españoles como el pueblo fantasma de Ochate, las ruinas de Belchite, las Caras de Bélmez y demás destinos fantasmagóricos. Sin embargo hoy, traemos un lugar poco conocido por los viajeros dark, que hará las delicias de estos viajeros, pero también fascinante desde otro montón de puntos de vista hablamos del aterrador monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos.
El monasterio de Cardeña fue famoso por haber custodiado el cadáver del Cid, aunque su historia es mucho más macabra
Campo de concentración
A unos diez kilómetros de Burgos el hoy apacible monasterio cuenta con un luctuoso pasado que va desde su origen medieval hasta el siglo XX. En su historia más reciente, el monasterio de San Pedro de Cardeña fue campo de concentración.
Durante la guerra civil, en el bando franquista el ensañamiento con los prisioneros llegó a tal nivel que se redujeron las medidas de vigilancia pues nadie podía escapar en tan lamentable estado de agotamiento. Buena muestra de ello fueron las vejaciones ejercidas contra los brigadistas internacionales con los que se incumplió descaradamente el Convenio de Ginebra de 1929.
Prisioneros en San Pedro de Cardeña cuando el monasterio fue convertido en campo de concentración (Fuente:https://ihr.world/es)
Por si esto fuera poco, el doctor Antonio Vallejo Nájera utilizó a los prisioneros de San Pedro de Cardeña para sus delirantes investigaciones fanáticas para encontrar el “gen rojo”.
El pasado aciago del monasterio de San Pedro de Cardeña
En 1942 el edificio recuperó la actividad monástica, formándose una comunidad de monjes trapenses, pero como si de una maldición se tratase, el 1 de febrero de 1967, el terror volvió al monasterio en forma de llamas con un incendio que calcinó buena parte del edificio.
Si hablásemos de su origen, también nos encontraríamos con lo fúnebre, pues tal como dice la versión piadosa, el monasterio surge en las cercanías de la fuente Cardeña, de la que tomaría el nombre. Ese mismo lugar fue en el que, según la leyenda, perdió la vida un tal Teodorico, hijo de un ilustre matrimonio formado por Teodomiro y Sancha. Menéndez Pidal dijo haber encontrado tales tumbas, lo que no hay duda es que la dramática muerte del muchacho fue, según la leyenda, lo que dio lugar a la etimología de Cardeña, al haber sido una fuente tan “cara” por la muerte, como “digna” por el estatus del difunto.
Pese a todo el pasado lúgubre la verdadera historia macabra la protagonizan los 200 mártires de Cardeña, representados en este cuadro por fray Juan de Ricci
Los 200 mártires de Cardeña y las emanaciones de sangre
Aunque la leyenda más macabra de todas es la de los 200 mártires de Cardeña. Según cuentan en pleno siglo X, las tropas de la media luna, capitaneadas por Abderramán III arrasaron el monasterio de San Pedro de Cardeña. De hecho, para mayor ensañamiento, los doscientos monjes que formaban la comunidad fueron pasados a cuchillo en el claustro del monasterio. Allí y tras sosegarse las aguas, los piadosos vecinos de la zona dieron cristiana sepultura a los que desde entonces fueron conocidos como “los mártires de Cardeña”.
Desde entonces, cada 6 de agosto, el alma de los monjes clamaba venganza desde el más allá haciendo que el claustro se encharcase en sangre. Este fenómeno se prolongó en el tiempo durante siglos y se interpretó como que los monjes no descansaban en paz mientras el islam existiese en España.
A tan peregrina conclusión se llegó cuando las emanaciones sanguinolentas pararon en el reinado de Enrique IV cuando el reino Nazarí ya no suponía una amenaza. Aunque hubo otro afloramiento de sangre en el siglo XVII, que incluso investigó el arzobispo de Burgos, Enrique Peralta y Cárdenas.
De lo que no hay duda es que el claustro está lleno de restos humanos. Prueba de ello es que se extendió un culto a estas reliquias con un ritual muy preciso de cómo desenterrar a los mártires del monasterio.
¿Pero realmente esos huesos son de los mártires? La leyenda piadosa tiene muchos flecos sueltos, unas versiones dicen que los ejecutó el califa… otras Almanzor y el sentido común dice que no los mataría nadie, pues pues hombres como aquellos valían más como esclavos que como cadáveres.
Una pieza clave sería una lápida hallada en el claustro del monasterio y que al parecer contenía una inscripción en “godo” pero, lamentablemente, en tiempos de Juan III fue borrada y reescrita de nuevo narrando ya, los hechos de los mártires.
Todo un sin fín de enigmas de dificil solución, quién sabe si tal vez este 6 de agosto el claustro de San Pedro de Cardeña volverá a emanar sangre como lo hizo en la última ocasión, hace justo 350 años.