Unas condiciones indomables. Vientos de 130 kilómetros por hora y un oleaje con embestidas de 8 metros de altura. El temporal que se registró el pasado lunes 22 de julio en las gélidas aguas de Malvinas, con el termómetro rondando los cuatro grados centígrados, no era ni mucho menos habitual pese a la inestable dureza que impera en esta región oceánica. Un caos climatológico que presenció cómo se fue a pique al Argos Georgia, el pesquero de la armadora británico-noruega Argos Froyanes en el que viajaban 27 personas (10 españoles y de ellos ocho gallegos) y cuyo naufragio ha dejado nueve fallecidos, cuatro desaparecidos y 14 supervivientes. Era un barco moderno, de tecnología puntera. Construido en un astillero turco para la pesca de merluza negra austral, muy codiciada en Asia y Estados Unidos. Un buque en el que también trabajaban ocho rusos, dos uruguayos, dos peruanos y cinco indonesiosTres de estos últimos, los únicos supervivientes de su país, ya han sido repatriados y han declarado ante las autoridades asiáticas.

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