Todo cuerpo preserva su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado pro fuerzas impresas sobre él. Esta es la primera ley de Newton y expresa desde la física lo que en psicología se está convirtiendo en una moda creciente: la de no hacer nada. Se le ha puesto distintos nombres y se hacen incluso concursos al respecto (para no perder la tendencia habitual a etiquetar o renombrar lo ya existente), pero todo nace del mismo espíritu: el de aplicar un antídoto contra la hiperactividad propia de las sociedades occidentales.
Una de las maneras de actualizar esta tendencia natural ha adquirido, en Holanda, el nombre de Niksen (Lingüísticamente, ‘niksen’ (no hacer nada) es un verbo creado a partir de ‘niks, que significa «nada»). Consiste precisamente en eso, en no tener actividad. Pero va algo más allá, como explica Annete Lavrijsen, autora de ‘Niksen. El arte holandés de no hacer nada’: «Se trata de esos pequeños momentos en la vida en los que pulsamos el botón de pausa y nos apartamos del trabajo diario y los compromisos sociales, permitiéndonos estar ociosos, sin la presión de sentimientos de culpabilidad o de pensamientos acerca de todo lo que deberíamos estar haciendo».
Parece que todo ello no tiene nada de nuevo, pero sí representa una aparente contradicción en sociedades como la holandesa, de origen calvinista, productivista, en las que se premia en especial la productividad. Se trata, sí, de una aparente contradicción, porque los Países Bajos son el quinto estado más feliz del mundo, según los datos más recientes. Y eso se conjuga con un PIB per cápita también muy elevado.
En cualquier caso, sea o no una moda, el Niksen aporta reducción de estrés, toma de conciencia, reconducción de la vida, relajación, fijación de prioridades y límites, actuación más proactiva y menos reactiva, calma y, como consecuencia, mejora de la salud física y mental.
Ante la explotación, quedar quieto
Recientemente, en un artículo en El País, Ana Vidal Egea explicaba el concurso Space-Out, en el parque del río Banpo Han de Corea, que se celebra desde el 2014. ¿En qué consiste? En adquirir un estado de reposo absoluto durante una hora y media. Se mide que el pulso sea estable, pero también, mediante un jurado popular, que aspecto tenga el concursante durante los 90 minutos. Es imposible no relacionar este tipo de prácticas con una sociedad, explica el psiquiatra y colaborador de SanaMente Claudi Camps, con graves problemas de explotación laboral y de las consecuentes frustraciones y un alto índice de suicidios.(35 hombres de cada 100 mil y 16 mujeres de cada 100 mil se quitan la vida al año en este país, lo cual sitúa a Corea entre los estados con una tasa más elevada en todo el mundo).
Para María José Valiente, «tratar de convertir una necesidad humana en un concurso quizás puede indicar que nos hemos ido demasiado lejos de las necesidades básicas humanas, tan empeñados en la búsqueda del éxito y de la productividad, y se nos ha olvidado observar la vida como es. ¿Se nos olvida vivir y sentir la vida? Hay que tener claro que no se puede ir por la vida descuidado, pero tampoco se puede pretender vivir y salir adelante tranquilo sin un mínimo de disciplina y organización».