Decenas de inquilinos del asentamiento de Can Rova de Ibiza se han concentradoeste jueves por la tarde frente a la entrada de la parcela para reclamar que les permitan volver a entrar para recoger sus pertenencias. Muchos de ellos tienen documentación, vehículos, enseres personales, ropa y dinero en lo que hasta este miércoles eran sus casas.
En la concentración han participado medio centenar de personas, la mayor parte familias y, entre ellas, diez menores. Muchos de ellos han mostrado carteles con mensajes como ‘Somos familias, dejadnos vivir’, ‘No somos ocupas’ o ‘Trabajamos en la obra’. Después de atender a los medios (entre ellos, televisiones nacionales), los asistentes han decidido celebrar una asamblea para debatir sobre qué hacer con su futuro, o si organizan alguna medida de protesta.
«Pedimos poder entrar y sacar lo básico», explica Ana, que ha ejercido de portavoz y que, dirigiéndose a los copropietarios del solar -los hermanos de quien hasta ahora ha gestionado la parcela por su cuenta como si fuera un camping- les ha pedido empatía con los desalojados: «Que los hermanos de Antonio tengan humanidad y abran esta valla».
Ese es su gran temor, perder todo lo que no pudieron sacar el día del desalojo: «Un hermano de Toni dice que todo lo que hay dentro es suyo», comenta preocupada Alicia, otra de las portavoces, mientras asegura que ahora el objetivo es «intentar recuperar lo que se pueda».
Incertidumbre
Ana, por ejemplo, explica que en el interior de Can Rova se quedó su pasaporte y su ordenador, además de la ropa. Ella ha pasado la noche en el centro de sa Joveria. Javier, transportista, explica que esta noche ha dormido en su vehículo: «No nos dan ninguna solución», dice, afectado.
Francisca y Lucy han pasado la noche en el albergue de Cáritas. Francisca lleva un año y medio en Eivissa y ocho meses en Can Rova, donde se trasladó cuando llegaron a la isla su marido y sus tres hijos de ocho, diez y catorce años, todos ellos escolarizados. «Trabajo limpiando casas», explica, y dice que le gustaría sacar la comida que se quedó dentro «aunque ahora ya debe estar podrida». Mantiene el buen ánimo y se apoya en sus amigas y vecinas del asentamiento. La desgracia las ha unido más todavía. «El año pasado todavía me podía pagar una habitación», comenta Lucy, pero este año me subieron el alquiler y tuve que venir aquí.
Les acompaña Lucía, quien sí ha podido encontrar techo por su cuenta: dormirá en casa de la persona mayor a quien cuida. «Quiero que quede claro que aquí nadie okupa nada -insiste-, no somos okupas. Somos trabajadores».
Rosana, Nelson y Andrea han pasado la noche en el gimnasio del colegio de S’Olivera, pero su futuro es incierto: «Nos han dicho que nos podemos quedar hasta el domingo, pero después no sabemos qué pasará». Ellas trabajan como limpiadoras y él en la obra, y denuncian que les están pidiendo «1.200 euros por una habitación y 4.500 euros por un piso, con tres meses de anticipo. Así no se puede».
Unos han podido ir a albergues, otros ni eso. Es el caso de una pareja que prefiere no dar sus nombres, y que pasaron la noche del miércoles en un banco del parque de la Paz: «¿Dónde vamos a ir? Con lo que ganamos no alcanza».
Una noche horrible
El ánimo derrotista desaparece cuando llega Alicia, una de las portavoces, y que el miércoles fue detenida por resistencia a la autoridad. Una vez libre y sin cargos, es recibida con lágrimas y abrazos. Se ha convertido en la heroína del grupo. «Lo que he pasado no se lo deseo a nadie», comenta, emocionada.
Explica que durante el desalojo, después de sacar su vehículo del asentamiento, intentó volver a entrar para recuperar el resto de sus bienes: «No me dejaron, y como intenté entrar saltando una valla, me detuvieron». Alicia critica el trato recibido en los calabozos: «Con las esposas puestas, pegándonos tirones, burlándose de nosotros. Nos decían, ‘hemos traído aquí a unos corderitos’, riéndose. Hemos pasado ansiedad y miedo». «No entiendo por qué nos han tratado así», concluye, «pero ya estamos fuera, y ahora nos tenemos que organizar. No hay otra».
Suscríbete para seguir leyendo