Ya hay fecha para el juicio por la desaparición de Ana Henao, la empresaria estadounidense de 40 años a la que se busca desde el pasado 2 de febrero, cuando fue atacada en su piso del barrio de Salamanca, en Madrid. La mujer acababa de instalarse allí para poner distancia de su marido, del que quería divorciarse.
La investigación de la Policía y el FBI descubrió que David Knezevich viajó desde Serbia a Madrid tres días antes de que se perdiera el rastro de su mujer, que compró cinta americana y un spray de pintura negra y acudió la noche del 2 de febrero a la casa de Henao, ocultando la mitad de su rostro con un casco de moto. A las 21:27 horas cegó las cámaras del edificio, antes de subir al sexto piso y, según las pesquisas, secuestrar a su pareja, tal y como reveló en exclusiva el canal de investigación y sucesos de este grupo editorial.
De eso, de secuestrar a la que fuera su mujer durante 13 años, es de lo que deberá responder por el momento. Según ha sabido este medio, un tribunal de Florida ha concluido que ya hay pruebas suficientes para juzgar por ese delito al marido de Ana Henao y ha puesto fecha: el próximo 21 de octubre Knezevich saldrá de la cárcel estadounidense en la que se encuentra y se sentará en el banquillo de los acusados. Puede ser condenado a hasta quince años de prisión.
La familia y los amigos de Henao aseguran que quería separarse y había propuesto a su marido repartirse a la mitad un patrimonio de más de 15 millones de dólares, pero él se negaba
Este será el primero de los juicios contra Knezevich, que se ha negado a someterse a la prueba del polígrafo, no ha colaborado con la policía ni ha revelado dónde está Ana. La policía y siete agentes del FBI buscaron el cadáver de la mujer el pasado mayo, sin éxito, en Ajalvir (Madrid) y el río Jalón, a su paso por Medinaceli (Soria). «Él sigue la premisa de que sin cadáver no hay delito y eso, por suerte, solo es verdad en las películas», apunta Joaquín Amills, portavoz de la familia de Henao y presidente de SOS Desaparecidos.
«La investigación de la Policía Nacional ha sido espléndida y ha logrado acorralar a Knezevich con múltiples y contundentes pruebas. Él sigue empeñado en negar lo evidente, pero la policía ha demostrado que alquiló un Peugeot 308, vino a España, le cambió la matrícula al coche, compró todos los elementos propios de un secuestrador en una ferretería de Coslada, aparcó en un parking cercano a la casa de Ana, roció con pintura las cámaras de seguridad del edificio donde ella vivía, estuvo en su casa y mandó mensajes a las amigas de Ana con el teléfono de la chica haciéndose pasar por ella», recuerda Amills.
Tras salir de España, supuestamente con el cadáver de su mujer en el maletero del coche, Knezevich regresó a Serbia y pasó por casa de sus padres. Fue detenido el pasado 4 de mayo en el aeropuerto de Miami. Había regresado a Estados Unidos para poder disponer del millonario patrimonio de su empresa (compartida con su esposa desaparecida). Desde entonces, está en prisión.
El portavoz de la familia de Henao pide a Knezevich que, «llegados a este punto en que sabe que va a ser condenado» tenga «un poco de humanidad» y desvele a la familia de la mujer «dónde tiene escondido su cuerpo».
Pide desbloquear las cuentas
Aunque por el momento, el acusado solo ha contactado con la familia de su mujer para pedir dinero, según Joaquín Amills: «El abogado de David ha contactado con el de la familia de Ana para pedir que desbloqueen las cuentas bancarias que la pareja tenía en común, quiere disponer del 50 por ciento del dinero desde la cárcel. También quiere disponer de la mitad del patrimonio que él y Ana tenían». Una petición que Amillls califica de «insulto a la inteligencia» y a la que Felipe Henao, el hermano de Ana, respondió con una frase: «No negociamos con asesinos», aunque según el portavoz de la familia de la mujer, Knezevich no llegó a ofrecer su colaboración en el caso de Ana ni nada a cambio de su petición.
La familia y los amigos de Henao aseguran que ella quería separarse de Knezevich y le propuso repartirse a la mitad el importante patrimonio que ambos habían creado con una empresa tecnológica de mucho éxito (más de 15 millones de dólares), pero él se negaba. El FBI ha descubierto que buena parte de las propiedades de la empresa de Ana y su marido han sido vendidas, algunas después de la desaparición de la mujer.