Lágrimas, gritos, resistencia y desesperación. Es lo que se vivió ayer por la mañana durante el desalojo del poblado chabolista de Can Rova, ubicado en el barrio de Can Negre. En el solar, pegado a la carretera de Sant Antoni, vivían centenares de familias en caravanas, tiendas de campaña y chabolas que ayer, tras una orden judicial, se quedaron sin el que en los últimos meses se había convertido en su lugar de residencia. Entre los desalojados había, incluso, bebés, niños y adolescentes.
La actuación, en la que intervinieron agentes de la Policía Local de Santa Eulària y de la Guardia Civil, se saldó con seis personas detenidas: cuatro hombres y dos mujeres, todos ellos por resistencia a los agentes de la autoridad al negarse a abandonar el terreno, que quedó completamente desalojado a mediodía. Durante toda la mañana estuvo presente una ambulancia del 061 en un operativo preventivo a petición de la comisión judicial, según indicaron desde el Área de Salud de Ibiza y Formentera.
En el desalojo participaron doce agentes de la Policía Local de Santa Eulària con dos drones, además de tres trabajadoras sociales y una educadora social que permanecieron en la zona para coordinarse con la central de Bienestar Social en Santa Eulària. También unos cuarenta agentes de la Guardia Civil, entre los que se incluye una veintena de antidisturbios, según el cuerpo armado. Unos efectivos que impidieron, en varios momentos de la actuación, que los medios de comunicación pudieran captar imágenes del desalojo. Antes de comenzar les alejaron de la zona cero y, poco más tarde, cuando iban a expulsar a quienes se negaban a marcharse, les obligaron a retirarse aún más. Una medida que no sirvió de mucho, ya que los propios afectados grabaron con sus móviles lo que estaba sucediendo.
Todo el dispositivo estaba preparado a las nueve y media de la mañana. Los agentes listos para actuar y los accesos que conducen a Can Rova, cortados, lo que generó retenciones en la carretera de Sant Antoni. Uno de los propietarios de Can Rova, el hombre que en contra de sus hermanos había convertido el terreno familiar en un poblado chabolista en el que cobraba hasta 600 euros por vivir, estaba «hecho una furia», según relataron testigos presenciales del desahucio, ejecutado por el juzgado de Primera Instancia número 5 de Ibiza por decisión de la sección tercera de la Audiencia Provincial de Palma, que estimó la demanda de desahucio por precario presentada por dos de los dueños al explotador de la finca, uno de los seis hermanos propietarios. Un día antes del desalojo, habían cortado el agua y la electricidad en el solar.
Algunos de los residentes de Can Rova, muchos de los cuales denunciaron que no se les había informado oficialmente del desalojo hasta ayer mismo, acataron la orden y abandonaron el espacio. Unas 60 personas, sin embargo, optaron por permanecer en el asentamiento, presentando resistencia pacífica y negándose a marcharse. La idea se había ido fraguando desde primera hora de la mañana y se materializó poco después de las once de la mañana, momento en el que se resguardaron bajo un toldo. Entre ellos, no sólo adultos sino también menores.
En ese momento fue cuando la Guardia Civil obligó a los periodistas que seguían el operativo desde las escaleras de una vivienda cercana, a retirarse. Tras alejar a los medios y después de varios intentos por parte de los agentes de convencerles para que desistieran de su postura, los antidisturbios entraron en el solar y obligaron a salir a todas las personas, lo que desencadenó el momento de mayor tensión de la mañana. Varios de los afectados salieron del poblado llorando y gritando, relatando que les habían golpeado a pesar de que había menores con ellos. Los desalojados asaltaron entonces la carretera. La circulación en la vía, a la altura del establecimiento multiprecio Hipersuerte, quedó cortada durante unos diez minutos. Algunos de los afectados se abalanzaron sobre los vehículos, lo que provocó momentos de tensión y peligro. De hecho, según explicaron testigos presenciales, algunos de ellos necesitaron asistencia sanitaria de la ambulancia que, desde primera hora de la mañana, se encontraba en la zona.
Mientras los afectados saltaban a la carretera, un grupo de antidisturbios se mantuvo en el interior del solar para evitar que los residentes volvieran. Al mismo tiempo, la Guardia Civil controlaba el tráfico y trataba de controlar los ánimos entre los últimos habitantes de Can Rova, que quedó desalojado poco antes de la una del mediodía.