La historia la hacen las personas, pero también las empresas, que son capaces de aportar cambios y mejoras, gracias al trabajo que realizan, ya que sus innovaciones pueden llegar a impactar en la sociedad, para reducir los riegos de ciertos hábitos ya implantados.
Y esta es la historia de Philip Morris y de una industria, la del tabaco, que pertenecen a un sector tradicional, que habla de unos productos que poco han cambiado desde que comenzara su consumo. Sin embargo, la empresa tabaquera decidió, hace ya varios años, cambiar la historia utilizando todo el potencial que ofrece la tecnología y la ciencia para revolucionar este mercado.
Y es que pocos podían imaginar cómo un pequeño negocio que dio sus primeros pasos a mediados del siglo XIX en Inglaterra se convertiría no solo en la mayor compañía tabaquera del mundo, sino también en una empresa que destaca por productos innovadores, como sus dispositivos para tabaco calentado.
Así, tras consolidar su actividad a nivel internacional, y con la llegada del nuevo siglo, decidió utilizar toda la ciencia y el conocimiento acumulado para cambiar las bases de lo ya establecido.
Un año clave en la historia: 2008
¿Puede una empresa tabaquera hacer historia en su sector y transformar la manera en la que los adultos fumadores consumen tabaco? Sí, pero hay que tener en cuenta que los grandes cambios en la sociedad se producen siempre sobre ideas disruptivas. Y esto es lo que ha hecho Philip Morris: se ha propuesto que los cigarrillos se conviertan en objetos del siglo XX, no del XXI.
A partir de 2008, sobre esta idea, la compañía dio el primer paso para “re-imaginar” un futuro libre del humo de los cigarrillos y revolucionar el sector del tabaco desde dentro. Para ello pusieron el foco en lo más dañino: el humo del cigarrillo, y decidieron reinventar la manera en la que se consume el tabaco, eliminando la combustión de la ecuación. Ese año, Philip Morris comenzó a escribir un nuevo capítulo de su propia historia y se puso como objetivo conseguir cuanto antes un futuro sin humo. Para lograr este objetivo ha invertido, desde entonces, más de 12.500 millones de dólares en investigación en el desarrollo de alternativas libres de combustión y humo.
El resultado es que, tal y como dice Jacek Olczak, CEO de PMI, sus productos han evolucionado, igual que las personas que componen la empresa y el propósito de ésta. Una compañía que no ha dejado de evolucionar para ofrecer nuevas formas de abordar el hábito de fumar para aquellos adultos que de otra forma van a seguir fumando, y que se ha propuesto seguir trabajando para que, en 2030, dos terceras partes de sus ingresos provengan de su negocio libre de humo, en el que se encuentra su dispositivo para tabaco calentado.
Herramientas para escribir un futuro sin humo
Ahora toca mirar hacia delante. Tras décadas de trabajo, Philip Morris ha conseguido ofrecer alternativas a los fumadores adultos que de otro modo seguirían fumando, basadas en la evidencia científica. El reto es reemplazar cuanto antes los cigarrillos y dejar atrás la combustión, y por lo tanto el humo, gracias al uso de alternativas menos nocivas que el cigarrillo.
Se sabe que el humo de los cigarrillos contiene miles de sustancias químicas, de las cuales, las autoridades en salud pública han catalogado unas 100 como nocivas o potencialmente nocivas. Y es que es este alto nivel de sustancias nocivas la principal causa de enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Por lo tanto, aunque todo el mundo sabe que lo mejor es no empezar a fumar, y si ya se ha empezado, la mejor elección es dejar el hábito por completo; pasarse a estas alternativas sin humo, si se va a continuar fumando, supone una opción mejor.
Dentro de estas alternativas sin humo, destacan los cigarrillos electrónicos (o lo que es lo mismo, vapeadores) y los dispositivos para tabaco calentado. Ninguno de estos productos quema ninguna sustancia y, por tanto, no generan ni humo ni ceniza, pero se diferencian en que el tabaco calentado sí contiene tabaco y, por tanto, nicotina de manera natural; y los cigarrillos electrónicos calientan una solución líquida que puede contener nicotina agregada. En ambos casos, lo que se produce es un aerosol fundamentalmente diferente al humo del cigarrillo que emite de media niveles significativamente menores de sustancias químicas nocivas. Ahora bien, hay que recordar que estas alternativas no están exentas de riesgo y que con su uso se inhala nicotina, que es adictiva.