Apenas diez horas ha tardado Israel en sembrar el caos en Oriente Próximo. Tras meses con el latente temor a una guerra regional, dos ataques en dos capitales han convertido ese miedo en una realidad próxima. El martes por la noche, mientras se ponía el sol sobre Beirut, un avión no tripulado israelí bombardeó un edificio en los suburbios sureños de la capital. Su objetivo era matar a Fuad Shokur, número dos de la milicia-partido político libanés Hizbulá, pero arrasó con la vida de dos mujeres y dos niños. Aún se desconoce si Shokur ha sobrevivido, aunque los indicios apuntan que no. Al cabo de diez horas, Israel atacó de nuevo, esta vez, con más éxito. Otro ataque aéreo en Teherán –sin aún haber sido reivindicado por Tel Aviv– mató al líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, y a su guardaespaldas. Ahora, millones de ciudadanos de Oriente Próximo aguantan la respiración ante las inevitables respuestas de las dos milicias y su aliado iraní.
En Israel, muchos se preguntan el por qué. Entienden y defienden el ataque en Beirut, a modo de represalia por la agresión a un pueblo druso de los Altos del Golán ocupados el pasado sábado que mató a 12 niños y que las autoridades israelíes atribuyen a Hizbulá. Pero no encuentran la justificación para acabar con Haniyeh. “¿Por qué, ahora que hay un acuerdo sobre la mesa, decidieron matarlo?”, se pregunta Sharon Lifshitz, hija del rehén Oded Lifshitz, en el diario israelí ‘Haaretz’. Las familias del más de centenar de rehenes que aún quedan en la Franja de Gaza, ampliamente apoyadas por la sociedad israelí, temen que el asesinato de Haniyeh descarrile las conversaciones para el acuerdo del alto el fuego que permitiría la liberación de sus seres queridos. «El asesinato de Haniyeh en Teherán es un punto de inflexión que llevará la guerra a otra dimensión y tendrá consecuencias en toda la región», ha dicho este miércoles en un comunicado la Brigada Qasam —el brazo armado— de Hamás.
Haniyeh es el segundo dirigente de Hamás afincado en el extranjero que es asesinado, después de que Saleh al Arouri muriera en un ataque en enero en Beirut. Allí, de alguna forma, respiran más tranquilos. Sabían que las amenazas de Israel por el ataque contra los Altos del Golán podían llevar a una escalada mucho mayor que otro ataque selectivo en zonas afines a Hizbulá, aunque fuera en el corazón de la capital libanesa. Pero ahora la pelota está en el tejado de Hizbulá. “Si ellos apuntan a Beirut, nosotros apuntaremos a Tel Aviv”, alertaron varios dirigentes del grupo a los diplomáticos occidentales en los últimos días. Los chiitas han dejado claro que ellos no quieren una guerra total, así que la respuesta probablemente sea de gran calibre pero contenida. De momento, todos los ojos están puestos en Irán. De su principal aliado también dependerá la respuesta.
Irán, atacada
Teherán ha visto como uno de sus grandes aliados regionales, el líder político de Hamás, ha sido asesinado en el corazón de la capital iraní y, aún peor, tan solo unas horas después de haberse reunido con el presidente de la República Islámica, Masud Pezeshkian, y el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jameneí.
Como en la crisis entre Israel e Irán en abril de este año, según los expertos, Teherán se ve obligada a responder al ataque del Estado judío, lo que hace que todas las alarmas en las capitales de Oriente Próximo suenen con más fuerza. “Irán realizará una operación especial dura y con el fin de hacer lamentar profundamente al perpetrador [del asesinato de Haniyeh]”, ha dicho este miércoles en un comunicado la misión iraní ante Naciones Unidas. “Al asesinar en el territorio de la República Islámica a nuestro huésped, el mártir Haniyeh, el régimen sionista se ha preparado un duro castigo para sí mismo. Consideramos nuestro deber vengar su sangre”, ha dicho Jameneí este miércoles.
Golpe a las negociaciones y la inteligencia iraní
“La muerte de Haniyeh afectará a las negociaciones y las pospondrá. Normalmente no se mata al líder político con el que se está en guerra. Lo que está pasando ahora es una invitación por parte de Israel de extender el conflicto”, escribe Abdolrasool Divsallar, investigador estadoundense del think tank Middle East Institute. “Esta operación, de hecho, ha mostrado otra vez la inferioridad de los servicios de inteligencia iranís, y su vulnerabilidad. El fracaso de la inteligencia iraní es grave: la protección de Haniyeh era responsabilidad de la Guardia Revolucionaria iraní, y su asesinato parece indicar seriamente que hay un gran número de infiltraciones dentro de este cuerpo de élite”, continúa el experto.
Así, además de Irán, la gran mayoría de países de la región han criticado duramente el ataque israelí contra Teherán, y han pedido contención ante un conflicto, el de Israel con Hamás y Palestina, que amenaza a extenderse por todo Oriente Próximo.
«El asesinato de Haniyeh es un crimen horrendo, un acto peligroso y una clara violación de las leyes internacionales y humanitarias. Tan solo servirá para destruir la posibilidad de llegar a la paz [en Gaza]. ¿Cómo puede la mediación para un acuerdo de paz ser efectiva si un lado asesina el negociador del otro lado?”, ha dicho este miércoles el primer ministro y ministro de Exteriores qatarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani. Haniyeh, hasta ahora, vivía en Doha, donde recibía protección diplomática del gobierno qatarí.