Pan Zhanle, nadador chino de 19 años cuya carrera lleva meses asombrando, dio un paso más en su increíble historia. Antes de que comenzara a darse una vuelta por la grada de la mole acuática de La Défense para hacerse ‘selfies’ con los compatriotas que le agasajaban, Zhanle completó una increíble exhibición en los 100 libres, la prueba que tantas pasiones despierta en unos Juegos.
La marca (46.40) con la que batió el récord del mundo que él mismo había establecido en Doha el pasado mes de febrero (46.80) fue tan abrumadora que sus principales competidores, el australiano Kyle Chalmers y el rumano David Popovici, antiguo plusmarquista antes de la aparición en el escenario de Zhanle, quedaron a más de un segundo de distancia. Los 22.28 de sus primeros 50 metros ya auguraban lo que vendría a continuación.
La gran explosión de Zhanle llega en unos Juegos Olímpicos que comenzaron con la delegación estadounidense reclamando mejores controles y una mayor limpieza ante lo denunciado por el New York Times, que había venido informando de varios positivos de nadadores chinos por esteroides prohibidos en 2022, y que la Agencia Mundial Antidopaje pasó por alto al aceptar las pruebas presentadas por China. Atribuyó los casos a contaminaciones alimentacias, y todo quedó ahí. En cualquier caso, Zhanle no formaba parte de aquella lista negra.
Zhanle, con su récord del mundo, pudo poner fin además a la controversia creada con la piscina de La Défense, cuya escasa profundidad (2,15m), por debajo de las nuevas medidas aprobadas este mes de julio por la Federación Internacional (2,50,) había llevado a los nadadores a insinuar que sería imposible ver récords del mundo en estos Juegos de Paris. El aumento de las turbulencias en el vaso parecía que podía frenar a los nadadores.
Nada de eso incomodó a Zhanle, que no deja de sorprender.