Cuando al francés Pierre de Coubertin se le ocurrió la idea de resurgir los Juegos Olímpicos en 1894, lo hizo bajo la creencia de que el deporte podía promover la paz y ayudar a la cooperación internacional. De esa idea queda poco, especialmente ahora, en tiempos de tensiones y conflictos.
El dilema de competir contra los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de París representa un problema personal (y profesional) para muchos deportistas olímpicos, especialmente para aquellos de origen árabe. Separar el deporte de la política no es fácil y menos en una de las competiciones deportivas más importantes del mundo, donde todos los ojos están puestos en ellos y la presión de sus gobiernos también recae sobre sus hombros. De ahí, que algunos aprovechen este momento para reivindicar mensajes políticos.
El pasado lunes, el judoca argelino Messaoud Redouane Dris no se presentó a su combate contra su rival israelí Tohar Butbul. Su manera de evitarlo fue pesar 400 gramos más de lo marcado en la normativa, 73 kg máximo. Redouane Dris quedó descalificado y ahora se enfrenta a una sanción del comité olímpico.
“No podemos justificar la sobrecarga ponderal de Dris. (…) Los deportistas a menudo son víctimas de disputas políticas que les superan», afirmó la Federación Internacional de Judo (FIJ). Un caso que dió la vuelta al mundo, pero no ha sido el único que se ha colado en las competiciones, a pesar de la insistencia del COI en mantener la neutralidad dentro de las instalaciones olímpicas.
El domingo, el marroquí Abderrahmane Boushita, también abandonó el tatami tras perder contra el israelí, Baruch Shmailov, sin felicitarle. Algo nada habitual en este tipo de deportes.
Lejos del contexto de los Juegos Olímpicos de París, estos actos de rechazo a los deportistas israelíes se han ido produciendo a lo largo de los años. En 2019, el argelino Fethi Nourine se retiró del Mundial para no enfrentarse con Butbul, algo que repitió dos años después, abandonandolos Juegos de Tokio frente al mismo rival y por los mismos motivos.
No solo argelinos, también otros deportistas, como el judoka iraní Saeid Mollaei o el taekwondista tunecino Firas Al-Majdoub han abandonado las competiciones frente a rivales del país hebreo, manteniendo el boicot deportivo a Israel durante años.
La incómoda presencia de Israel
La presencia de Israel en estos Juegos Olímpicos ha elevado la tensión tanto dentro como fuera de las pistas, obligando a las autoridades francesas a reforzar la seguridad de los atletas israelíes tras recibir preocupantes amenazas. Desde el inicio de los Juegos, la delegación israelí se desplaza bajo un fuerte dispositivo formado por la policía de élite francesa.
También en los estadios se han podido ver momentos de tensión cuando sonaba el himno de Israel o cuando algún aficionado ondeaba la bandera de Israel y viceversa. Por eso, el ministerio del Interior y el Comité Olímpico Organizador miran con preocupación cualquier encuentro y doblan la seguridad para evitar cualquier incidente. De hecho, durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París, el boxeador Wasim Abusal lució una camiseta con imágenes del conflicto Israel-Palestina para mostrar al mundo “la situación que vive Palestina”, afirmó.