Dos días después de las elecciones presidenciales que oficialmente consagraron ganador a Nicolás Maduro, los venezolanos miran cómo se posa delante de sus ojos el abismo político. Las posiciones entre el Gobierno y la oposición son irreconciliables y presagian enfrentamientos mayores a los de las últimas horas que dejaron al menos cuatro muertos, heridos y 749 detenidos. «No vamos a negociar resultados. No se negocian», aseguró María Corina Machado durante una manifestación en el coqueto barrio de las Mercedes. Subida a un camión, al lado de Edmundo Gutiérrez Urrutia, y aclamada por miles de personas, Machado aseguró con el 84% de las actas que la oposición tiene en su poder, el candidato de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD) es el ganador inequívoco de los comicios del domingo. «No solo ganamos, arrasamos y tenemos las pruebas. Venezuela tiene su presidente. El mundo entero sabe lo que sabemos, ustedes lo han visto con sus propios ojos. Las pruebas irrefutables de que ganamos. Sabíamos de lo que son capaces, intentar de que se ejerza la soberanía popular, que iban a inventar todo tipo de trampa, por eso construimos una red ciudadana durante meses. Las actas oficiales que fueron procesadas y que están en ese portal que fue consultado por millones de venezolanos». La dirigente de derechas exigió al Consejo Nacional Electoral (CNE) que entreguen las actas. «¿Por qué tardan tanto?».
Cerca de la avenida Francisco Mirado, en el Palacio de Miraflores, Maduro reunía a su Consejo de Estado para analizar la crítica situación. «Estamos desmontando un golpe de Estado de la derecha fascista», dijo, y aseguró que Venezuela es el laboratorio de una conjura urdida en el exterior como la que tuvo lugar en Ucrania en 2014. El Gobierno, dijo, es el «garante de la legalidad y la paz» frente a un «intento de desestabilización masiva de Venezuela» del que forman parte «el narcotráfico, Elon Musk, el imperialismo norteamericano y la derecha fascista». De acuerdo con el presidente el proyecto apunta a quedarse con «la máxima riqueza de petróleo del mundo certificada, la cuarta reserva de gas, la primera reserva de oro, el 20% de los acuíferos» que tiene Venezuela. «Esta vez no habrá impunidad». Según Maduro, Gutiérrez Urrutia, su rival en las elecciones, es un «agente durmiente» de la CIA que entró en la escena política como una versión 2.0 de Juan Guaidó, el diputado opositor que en 2019 se autoproclamó «presidente encargado» con el aval de la administración de Donald Trump y el acompañamiento de parte de la UE y América Latina. «No soportan que nos hayamos recuperado económicamente la oligarquía de los apellidos. Le dije al pueblo: ¿ustedes quieren que vuelva la violencia? La gente decía que no. Me di cuenta de que no captaban la dimensión de la amenaza. Pero quieren imponer una guerra civil. Pretenden asaltar el poder de manera violenta». El madurismo se aprestaba a movilizarse para apoyar a su presidente.
Mantener manifestaciones
Machado y el propio Gutiérrez Urrutia llamaron en tanto a mantener las manifestaciones, pero siempre de carácter pacífico. «Hemos visto muchos expresando su repudio, creemos en el derecho a la libre expresión, debe ser de manera cívica, no caigamos en las provocaciones. Ellos quieren enfrentarnos entre venezolanos». Machado aseguró que exsimpatizantes del Gobierno votaron por la oposición. «Muchos que creyeron en el chavismo están con nosotros. No nos debemos agredir. Enviamos un mensaje a las instituciones militares: ustedes saben qué pasó. El deber es defender la soberanía popular. Este proceso es indetenible. No aceptamos el chantaje de que defender la verdad es violencia». Por el momento, los militares se alinean completamente con Maduro. El ministro de Defensa, el general Vladímir Padrino López también habló de un intento de «golpe de Estado».
En este contexto, la Organización de los Estados Americanos (OEA) acusó a las autoridades electorales de Venezuela de intentar «distorsionar el resultado» desde la «manipulación más aberrante» en un proceso «sin garantías». Venezuela no forma parte de la OEA. La abandonó en disidencia. Sin embargo, su palabra tiene peso en la región. Argentina encabeza las posiciones más duras frente a Caracas. Pero parte del conflicto interno venezolano, que ha adquirido su carácter global, encontrará una posible vía de resolución en virtud del protagonismo de Brasil. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva tenía planeado conversar con su par norteamericano, Joe Biden, para tratar de encauzar la crisis. Mientras tanto, China y Rusia salieron a apoyar a Maduro. La UE dijo que seguirá apoyando la búsqueda de «una salida a la crisis» y que hablar de nuevas sanciones contra Caracas es «prematuro».
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