Es el fin de uno de los casos más macabros y mediáticos de la crónica negra reciente española: el conocido como ‘Crimen de la cabeza’ de Castro Urdiales (Cantabria). El fin, al menos, en cuanto a su recorrido judicial. La única encarcelada por el caso y viuda de la víctima, Carmen Merino, eludió la prisión permanente revisable y cada vez está más cerca de salir en libertad con permiso penitenciario.
Un suceso que conmocionó a la opinión pública española en 2019. Una amiga de Carmen Merino denunció que ella le había hecho entrega de un paquete en el que presuntamente habría juguetes sexuales. Cuando desenvolvió el paquete, lo que encontró dentro fue la cabeza decapitada de Jesús María Baranda, un vizcaíno de 67 años, pareja sentimental de Merino y antiguo empleado de banca, que había desaparecido de forma misteriosa.
Un crimen que dio lugar a un bulo, difundido por alguna televisión privada española: que Merino, que bailaba sevillanas en el Centro Andaluz de Castro Urdiales, había hecho croquetas con los restos de su pareja y las había repartido entre sus compañeros. Un infundio desmentido por el propio centro y del que no se ha hallado una sola evidencia durante toda la investigación.
Permiso
Carmen se encuentra encarcelada desde que estalló el caso a finales de 2019. Ella fue, desde el primer momento, la principal sospechosa de los investigadores. La persona que habría manipulado el teléfono móvil de la víctima, ya asesinada, para hacer creer a sus familiares y amigos que se encontraba de escapada en el Caribe, con la intención de que no le buscasen y hacer pasar el homicidio por una desaparición voluntaria.
En octubre se cumplirán cinco años de su ingreso en prisión. Y, desde entonces, su situación ha cambiado de forma sustancial. En principio, Carmen Merino rehusó declarar en sede judicial. Poco a poco, y en vistas de que los acontecimientos viraban en su contra, fue modificando su posición. Hasta que ahora, con una condena de 15 años ratificada primero por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria y después por el Tribunal Supremo, ha cambiado de estrategia para adaptarse a su nueva realidad.
Carmen Merino no va a recurrir la sentencia del Alto Tribunal ante el Constitucional. Una información adelantada por El Diario Montañés y confirmada por El Periódico de España con fuentes próximas al caso. La andaluza abandona así plan de seguir sosteniendo su inocencia. Reconoce los cargos por los que ha sido condenada con un objetivo claro: empezar a solicitar permisos penitenciarios, dado que ya ha cumplido más de un tercio de la condena.
De hecho, una vez que la sentencia es firme, uno de los principales requisitos para poder solicitar permisos es el de haber cumplido un cuarto de su pena, premisa ya superada en 2023. Pero hay otras condiciones que la defensa de Merino sostiene haber cumplido: que la sentencia sea firme, que acredite buen comportamiento en prisión, contar con apoyo familiar fuera de presidio (Carmen tiene hijos y hermanas), disfrutar de un régimen penitenciario en segundo grado y la última e imprescindible: el ok de la Junta de Tratamiento Penitenciario que autorice su salida.
Sin cuerpo
Aunque el caso no tenga más recorrido, al menos en cuanto al proceso judicial se refiere, todavía penden de él incógnitas importantes. La más preocupante para los familiares del finado es la de la ubicación del cuerpo. El caso se conoce coloquialmente como ‘Crimen de la cabeza’ porque esa fue la única parte del cuerpo de la víctima que ha podido ser recuperada. Un cráneo envuelto en papeles que ella siempre ha sostenido no saber cómo llegó a manos de una amiga suya.
Esta mujer, no obstante, reconoció a los investigadores que fue la propia Merino la que le hizo entrega del paquete, asegurando que dentro solamente había juguetes sexuales y pidiéndole que no la abriera. Fue ella la que, ante tan macabro hallazgo, recurrió a las autoridades para que resolvieran el caso.
El Supremo la considera única responsable del homicidio de su novio «con la intención de aprovecharse económicamente de los bienes y dinero de Jesús, al haber sido nombrada por este heredera universal». La defensa intentó que no se considerase que se había producido una muerte violenta, dado que los forenses no pudieron probar ese extremo. Pero los magistrados lo tienen claro: «Todos los indicios apuntan en la misma dirección: se trata de una muerte violenta, hipótesis que está dotada de un grado de confirmación prevaleciente respecto de la hipótesis que plantea el recurso», señala la sentencia, que añade que «no puede darse lugar a que una idea especulativa como la planteada en el recurso», insistiendo en que no fue una muerte violenta, porque «no se basa en la razón».
La sentencia recoge que «el único vestigio que queda de la muerte es la cabeza de la víctima, que fue hallada en una caja envuelta con papel de regalo y que la acusada entregó a una vecina y amiga suya con el ruego de que no abriera la caja, circunstancias en las que permaneció desde el mes de febrero hasta el mes de septiembre de 2019«. Durante ese tiempo, Carmen habría usado el teléfono del finado para mandar mensajes con intención tranquilizadora y ocultar así el crimen.
Recurso rechazado
El Supremo confirmó la sentencia de un tribunal cántabro que declaraba a Merino, tras el veredicto de un jurado popular, autora de un delito de homicidio con la agravante de parentesco. 15 años de cárcel. Una pena sustancialmente más baja que la que pedían tanto la Fiscalía (25 años) como la acusación particular (prisión permanente revisable). Asimismo, condenó a la homicida al pago de una indemnización de 18.000 euros al hermano de la víctima, y de 20.000 a cada uno de los hijos que deja huérfanos Jesús María.
La defensa de Merino presentó un recurso de casación solicitando su absolución o, como máximo, que fuese condenada como cómplice del delito, no como autora material. Alegaba la vulneración del derecho fundamental a la presunción de inocencia, porque sostenía que Carmen había sido condenada «sin la precisa actividad probatoria», dado que las pruebas practicadas, consideraba, «no probaron acciones como la de matar». Un escenario al que se ha llegado, en gran medida, al no haber hallado el resto del cadáver. La Sala, no obstante, consideró que la versión defendida por la abogada en el último día del juicio, de considerarla cómplice del delito «no tiene encaje en este caso».
En la sentencia se considera demostrado el carácter violento de la muerte, no natural ni accidental, así como que la decapitación del cadáver se llevó a cabo con herramientas empleadas ad hoc. Del mismo modo, menciona como relevantes los hallazgos de huellas dactilares en la bolsa en la que se hallaba el paquete con el cráneo de Jesús, así como la compra de útiles como martillos o una motosierra, así como las correspondientes consultas en internet para informarse sobre cómo funcionaba dicho artilugio.
Así se cierra este caso, sin haber hallado el resto del cuerpo del fallecido. Ahora que ya ha concluido el proceso judicial, Carmen Merino, actualmente recluida en la prisión cántabra de El Dueso, centrará todos sus esfuerzos en conseguir cuanto antes un permiso. Fuentes penitenciarias consultadas por este diario aseguran que su comportamiento en prisión «es ejemplar», lo que jugaría a su favor a la hora de pedir salir de la cárcel.