El Girondins es uno de los emblemas futbolísticos de Francia. Es, aunque más bien era, después de perder su licencia profesional hace unos días, asfixiado por las deudas que arrastraba incluso antes de la llegada de Gerard López. El empresario español (sus padres son gallegos) ha firmado la esquela de un club histórico que el año que viene competirá, si nada cambia, en cuarta división. Bajo la gestión de López también desapareció el Mouscron de Bélgica y el Boavista portugués se encuentra en coma económico. Son ejemplos del riesgo de la multipropiedad, que ha convertido al fútbol actual en un juego de activos.
El Girondins, un juguete roto entre inversores
La historia pesa lo justo en el fútbol contemporáneo. El Girondins ha sido campeón de seis ligas francesas, semifinalista de la Copa de Europa y finalista de la UEFA con jugadores como Zinedine Zidane en sus filas. Gerard López compró en 2021 un juguete roto que dejó abandonado otro fondo de inversión, King Street, cuando el equipo todavía estaba en Ligue 1. «Ya no queremos apoyar más al club ni a sus necesidades futuras», rezó el comunicado con el que se puso a la venta un equipo que arrastraba una deuda de 80 millones.
Era un ejemplo de la burbuja del fútbol, agudizada en el caso de Francia, tras el fracaso de la venta de los derechos televisivos. La pérdida de valor se ha vuelto recurrente. Con la nueva temporada a la vuelta de la esquina, la sociedad comercial que negocia el apartado audiovisual no ha sido capaz de alcanzar un acuerdo con DAZN y Bein Sports. La salida de Mbappé al Real Madrid ha restado atractivo a un campeonato donde el Olympique de Lyon, a pesar de elevar el 27% de sus ingresos en el pasado ejercicio, está obligado a vender jugadores por valor de 100 millones.
La presencia de fondos y el negocio de multipropiedad que abanderan el City Group o el Red Bull son relativamente recientes, pero su influencia aumentó a causa de la pandemia. En ese momento se hicieron fuertes CVC, RedBird o Sixth Street, no solo como sociedades vinculadas a clubs, también a competiciones. Es el caso de LaLiga y el acuerdo firmado con el primero de los fondos de esa lista por valor de 2.000 millones. Un préstamo a devolver en 40 años.
Desaparición del Mouscron y quiebra del Boavista
Gerard López intentó sin éxito vender el Girondins a Fenway Sports, propietario del Liverpool, después de confirmarse el descenso del club a Tercera División a causa de la sanción de la Dirección Nacional de Control de Gestión, el órgano que regula las finanzas de los equipos galos. Fenway es propietario, además del conjunto inglés, de la Nascar, los Boston Red Sox (béisbol) o los Pittsburgh Penguins (hockey).
El propio Gerard López ha operado a través de Genii Capital, un fondo que creó para comprar parte de la escudería Renault F1 Team en 2009, que después derivaría en el proyecto fallido de Lotus. Aunque nacido en Luxemburgo, el empresario que ha llevado al abismo al Girondins es hijo de la emigración gallego. Sus raíces están en Riotorto, un pueblo de la provincia de Lugo, cuyo equipo local, el CD Lugo, intentó comprar sin éxito.
En Francia, el inversor también fue dueño del Lille. Bajo su gestión logró un sorpresivo título de Ligue 1, pero los problemas económicos le llevaron a deshacerse de otro histórico del futbol francés. A finales de 2020 pasó a formar parte de la cartera de activos de Callisto, filial del fondo de inversión Merlyn Partners. Un ejemplo más de cómo entidades con miles de aficionados se han convertido en objetos de continua compraventa.
Bajo la gestión de Gerard López desapareció el Mouscron de Bélgica y todavía mantiene el Boavista, sumido también en graves problemas financieros. Esta semana, el conjunto portugués tranquilizaba temporalmente a sus aficionados al asegurar que el hispanoluxemburgués había abonado los tres millones requeridos para salir a competir. Por el contrario, todos los jugadores del Girondins han quedado libres tras la caída en desgracia de su club.
Troyes, la víctima francesa del City Group
En España, la influencia de los fondos o la multipropiedad tiene varias muestras importantes. Por un lado, el Girona, perteneciente al consorcio City Group que tiene como equipo franquicia al Manchester City. Ambos coincidirán este año en la Champions, una circunstancia que obligó a la UEFA a mover ficha, porque la multipropiedad es un reto para los organismos rectores del fútbol. El City Group ha tenido que destituir a los tres miembros que tenía en el consejo de administración del Girona para cumplir con la independencia exigida.
De igual modo, el equipo catalán no podrá tener interferencia de ningún tipo del Manchester City en su gestión, por lo que no se permitirán movimientos como el de Savinho. El brasileño fue uno de los destacados del equipo de Míchel la pasada temporada. Llegó cedido del Troyes, también del City Group, y ha terminado fichando por el conjunto inglés en un intercambio de cromos grupal. Esta incorporación es una muestra de la descompensación que produce la multipropiedad, incluso en un caso que se muestra como caso de éxito.
El Troyes ha sido descapitalizado por el City Group y ha terminado en tercera división. Francia está siendo el país más afectado por los fracasos inversores. A los casos comentaros hay que sumar el del Lorient, propiedad de Amber Capital, que acaba de perder la categoría. Este fondo estadounidense también es propietario del Millonarios colombiano, el Bournemouth inglés y es accionista mayoritario del Real Zaragoza.
El otro gran equipo español relacionado con un fondo es el Sevilla, cuyo 10% pertenece a 777 partners, dueño del Standard de Lieja hasta mayo de este año. El club fue intervenido por la justicia belga por no abonar el segundo campo correspondiente a la compra del estadio. Este hólding acumula 16 denuncias por fraude o deudas impagadas en Estados Unidos por valor de 350 millones de dólares. Ejemplos de gestiones errantes que han alterado el mapa de propiedades del fútbol mundial con resultados dispares.