El Girondins es uno de los emblemas futbolísticos de Francia. Es, aunque más bien era, después de perder su licencia profesional hace unos días, asfixiado por las deudas que arrastraba incluso antes de la llegada de Gerard López. El empresario español (sus padres son gallegos) ha firmado la esquela de un club histórico que el año que viene competirá, si nada cambia, en cuarta división. Bajo la gestión de López también desapareció el Mouscron de Bélgica y el Boavista portugués se encuentra en coma económico. Son ejemplos del riesgo de la multipropiedad, que ha convertido al fútbol actual en un juego de activos.

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