El PSOE pretendía con el último pleno “escoba” del Congreso asentarse en el centro del tablero parlamentario. Más allá de retomar la iniciativa y comenzar a dejar detrás el bloqueo legislativo, en la dirección del grupo parlamentario vaticinaban 24 horas del pleno que la conclusión política antes del parón de verano sería que “el PSOE puede pactar todos”. Algunos asuntos con sus socios de investidura y otros, considerados de Estado, con el PP. La conclusión, finalmente, fue justo la contraria. El Gobierno no logró el respaldo del PP para la reforma de la ley de extranjería y el pacto para renovar el CGPJ se convirtió en un espejismo sobre la vuelta de los grandes acuerdos. Los socialistas, además, tampoco lograron cohesionar al bloque de investidura, con el inesperado rechazo de Junts a los objetivos de déficit, paso previo imprescindible para los Presupuestos.

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