La esperanza es una pulsión inherente al ser humano. Sin esperanza no hay horizontes que alcanzar ni propósitos que acometer. Y si hablamos de la enfermedad, la esperanza acaba convirtiéndose en la razón para confiar en la recuperación como paso previo a la sanación, además de ser el motor que impulsa a quienes se dedican a buscar soluciones para los mayores problemas, los vitales.

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