El Ayuntamiento de Torrevieja ha contratado la redacción del proyecto que permitirá llevar a cabo las obras de eliminación de 106 puntos de contenedores subterráneos con 164 buzones de vertido sin uso. La mayor parte de esos dispositivos están clausurados desde hace años, inservibles y sin mantenimiento. Empleaban la obsoleta tecnología de doble gancho en el que se levantaban y vaciaban los contenedores con un camión pluma.
En algunos casos, como el que se observa en una de las imágenes que acompaña este artículo situado en la avenida de Alemania de La Mata, presentan un lamentable estado de conservación, en la vía pública.
Retirada
Los técnicos municipales señalan que la decisión de retirar esta infraestructura se ha adoptado después de comprobar que la actual empresa adjudicataria del servicio de recogida de basura no tiene intención alguna de plantear su reutilización después de apostar por la recogida de carga lateral en la mayoría de sus rutas, con algunas de carga trasera para zonas menos transitables. Es la justificación que ofrecen para sacar adelante el contrato menor fuera del plan anual de Contratación 2024, que cada concejalía presentó a principios de año.
Lo pagará el Ayuntamiento
La retirada de todos estos puntos de recogida irá a cuenta de las arcas municipales y no del contrato de Acciona, que fue la empresa que los instaló. No está nada claro por qué no se incluyeron estos trabajos de retirada en el importe del nuevo servicio que comenzó a estar vigente a finales de junio de 2022 por un periodo de 15 años.
La mayor parte de los contenedores servían para la recogida de la fracción resto -basura orgánica y todo lo que no es reciclable-, pero también había puntos donde se combinaban con buzones de vertido de vidrio, envases y papel cartón. Solo como ejemplo, quedan seis puntos de contenedores subterráneos de este tipo a la lo largo de la avenida de Desiderio Rodríguez y otros tantos en Gregorio Marañón. También en zonas aledañas de ambas avenidas, como el punto ubicado en la plaza de las Islas Canarias con cuatro buzones de vertido. Otros se localizan en pleno centro de la ciudad y en algunas urbanizaciones.
Desde hace 20 años
A principios de los 2000 lo de los contenedores subterráneos parecía una buena idea. Si la basura no se ve, es como si no existiera. El Ayuntamiento se apresuró a encargar un importante despliegue de este tipo de dispositivos. Pero una cosa era la imagen y otra el día a día, sobre todo para el caso de los contenedores de doble gancho que había que vaciar con un camión pluma y una farragosa y ruidosa maniobra en las rutas de recogida de madrugada que además empleaba su tiempo.
El fondo de cajón de los contenedores, dos metros por debajo de la cota de la calle, iba acumulando lixiviados y residuos sólidos y para los operarios era una limpieza de riesgo meterse ahí. Poco a poco el Ayuntamiento y la empresa de recogida, Acciona, fueron clausurando estos contenedores para ubicar al lado las convencionales islas que todos conocemos. Pero siguiendo ese concepto de que lo que no se ve -la basura- no existe se continuan empleando y se mantendrán en otros puntos del casco urbano.
Hidráulicos
Así, se han salvado un reducido grupo de contenedores subterráneos que cuentan con un mecanismo de elevación hidráulico algo más sencillo. En torno a 30 puntos que no solo continuaron utilizándose, también han sido renovados en los últimos meses por la contrata, dentro de las obligaciones de su adjudicación por la que el Ayuntamiento le paga 2,2 millones de euros al mes.
Ubicados estos últimos en pleno centro cumplen más una función de imagen, la que se buscaba, que de gestión de residuos. También quedan islas de contenedores subterráneos hidráulicos en las urbanizaciones Villa Amalia y Coronelita, ejecutadas con algo más de supervisión municipal y criterio a la hora de que los promotores garantizaran los servicios básicos.
Se pueden ver ahora por ejemplo, en el paseo de Juan Aparicio, junto a la plaza de Waldo Calero o en otras zonas peatonales, con su luminoso aspecto cromado. Aunque la empresa ha dejado en los buzones de vertido el titulillo de «resto», a sabiendas de que lo de separar en origen la fracción orgánica es todavía ciencia ficción en Torrevieja.
Presupuesto
Como es habitual para este tipo de contratos menores de prestación de servicios el Ayuntamiento ha invitado a tres ofertantes a presentar presupuestos. Tres profesionales arquitectos y arquitectos técnicos con despacho en Torrevieja. Dos de ellos fueron hace una década concejales en el equipo de gobierno del PP y uno de ellos se ha llevado el gato al agua.
Esta terna de invitación a los mismos profesionales, con algún cambio, se ha repetido en varias ocasiones en los últimos cinco años. También, como suele ser habitual en el Ayuntamiento torrevejense y en otros muchos, al borde del precio límite 14.900 euros. Si fuera superior a los 15.000 el que procedimiento se abriría con más opciones para otras empresas y licitadores. El jefe del negociado que firma este expediente justifica el contrato menor por razones de «urgencia», en una necesidad «única».
LOS QUE HAN DESAPARECIDO Y LOS QUE NUNCA SE ABRIERON
Algunas de las islas de contenedores clausuradas durante años han desaparecido a través de obras municipales puntuales. Por ejemplo, el punto con varios contenedores subterráneos situado en la calle Rambla Juan Mateo con Ramón Gallud, justo en el acceso principal a la oficina principal en la ciudad de una entidad financiera . O el que se encontraba en la confluencia de las calles Patricio Pérez también con Ramón Gallud. Ambas zonas rodeadas de comercios y negocios que han tenido la fortuna de ver desaparecer una instalación molesta mucho antes de que lo planteara el Ayuntamiento.
Otras fachadas no han tenido tanta fortuna. Es el caso del edificio protegido de la esquina de la calle Caballero de Rodas con la calle Azorín, la «casa de López Dols». Donde a la isla de contenedores antigua y cerrada, se han sumado los contenedores convencionales nuevos y el contenedor soterrado hidráulico, ocupando una fachada completa.
Del total de 106 puntos de contenedores una parte, la situada en el entorno de la calle Caballero de Rodas ni tan siquiera llegó a estrenarse tras su instalación en el año 2010. La empresa que se adjudicó la obra, Sedesa, implicada en varios casos de corrupción y que después quebró, no pagó al proveedor de los contenedores, que mantuvo cerrados los dispositivos por orden judicial y nunca se abrieron. Ahí siguen la mayor parte.