Adriana Lastra (Ribadesella, 1975) concede a LA NUEVA ESPAÑA su primera entrevista como delegada del Gobierno en Asturias después de haber protagonizado en apenas ocho días polémicas contra el PP, Vox y el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, al que acusó de dar homilías «ultraderechistas». Fiel a su estilo, no se muerde la lengua.
–Llega pisando fuerte: en su toma de posesión marcó línea política y hasta criticó la ley del aborto del Gobierno de Rajoy.
–Soy una persona que habla claro, es una de mis señas de identidad. Tengo claro cuál es mi trayectoria y quería dejar claros los temas que para mí son prioritarios. Hablé de la violencia de género: en Asturias tenemos más de dos mil casos activos y es importante decirlo todos los días. Sobre todo, en un momento donde florecen los discursos negacionistas.
–A los tres días de tomar posesión, cargó contra el Arzobispo y dijo al mismo tiempo que se reuniría con él. ¿Ya tiene fecha?
–Todavía no hay fecha, pero será próximamente. Ambos somos personas que defendemos con vehemencia nuestras convicciones. Hace unos días, cuando me llamó para decirme que no podría asistir a la toma de posesión como delegada, le dije que nos veríamos pronto. Hablaremos.
–¿Lo hacen a menudo?
–No, en muy pocas ocasiones. Una en el Día de las Fuerzas Armadas, que vino a saludarme y a felicitarme por mis niños. He de decir que en el trato es cordial, incluso afable. Yo también intento serlo. Es posible que nos entendamos.
–Pero Sanz Montes ya ha dicho que no cambiará sus discursos.
–No perdemos nada, ni el Arzobispo ni yo, en sentarnos a hablar.
–¿Irá a Covadonga el 8 de septiembre?
–Mantengo lo que dije: primero quiero hablar con él, pero será una conversación privada, afable y cordial como somos los dos.
–Barbón nunca falla…
–Son planos distintos y en todo caso tendrá que ser el Gobierno de Asturias quién decida lo que va a hacer el día de Covadonga. Yo tengo la «tradición» de la anterior delegada, que tampoco iba. No me supone ningún conflicto no ir.
–A los partidos de la oposición también les ha criticado estos días. Y alguno le ha llamado a usted en respuesta «comisaria política». ¿Le molesta?
–Respeto mucho a los comisarios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El apelativo que me dedican… Cuando se supo que iba a ser delegada del Gobierno estuve callada muchos días hasta la toma de posesión. Durante ese tiempo, recibí insultos constantes de la derecha y de la extrema derecha. Creo que les he puesto un poco nerviosos. Vengo a respaldar las políticas del Gobierno de España en Asturias, vengo a ser su representante y lo que no voy a hacer es callarme ante las mentiras del PP. Voy a ponerlos frente a sus contradicciones: no se puede decir que el PP defienda los intereses de Asturias cuando vota sistemáticamente en contra de los asturianos.
–¿Cómo fue la llamada de Pedro Sánchez para ofrecerle el puesto?
–Fue un lunes por la mañana. Él había estado antes dando una entrevista en la radio y le mandé un mensaje felicitándolo por lo que dijo. Un rato después me llamó por teléfono, hablamos y me dijo que Delia (Losa) había trasladado la disposición a dejar el cargo y que él quería que yo asumiese la responsabilidad de ser la delegada del Gobierno.
–¿Dónde estaba?
–En casa con mis hijos, fue un poco antes de comer. Le dije que sí de primeras.
–Anteriormente le había ofrecido ser ministra y usted lo rechazó.
–Lo expliqué en su momento en LA NUEVA ESPAÑA. Cuando decidí dejar la primera línea política lo hice desde el convencimiento de querer vivir en Asturias y criar a mis hijos aquí. Sabía que mi etapa había pasado. Por lo tanto, cuando me ofrecieron formar parte del Gobierno de España hace más de un año, le expliqué al Presidente estas mismas razones. Estuve muy honrada y agradecida por aquella propuesta, que no esperaba, pero decliné por los motivos que ya expliqué. Por eso, esta vez acepté cuando me ofreció la delegación del Gobierno. Significa no desvincularme del Ejecutivo central, que trabaja todos los días por los derechos de nuestro país, y hacerlo en casa, cerca de mis hijos, que para mí es fundamental.
–Entonces, ¿por qué se ha especulado tanto sobre una mala relación suya con Sánchez?
–Porque es inevitable. Se intentó trasladar una imagen de Pedro que no es real. Lo hizo el propio PP y yo misma tuve que salir a pararle los pies a Feijóo. Se intentó dar a entender que Pedro es una persona sin alma ni corazón que echaba a una mujer embarazada que había sido su mano derecha durante tantos años, cosa que era falsa. Siempre he mantenido una relación excepcional con Pedro. Hace una década que es secretario general, yo siempre he estado a su lado y así va a seguir siendo. Como me dijo un buen amigo periodista, que nunca compró informaciones del fango: «frente a las insidias, los hechos». Hace año y medio Pedro quiso que lo acompañase en el Gobierno de España y cada vez que ha venido a Asturias siempre tuvo palabras de afecto, de cariño y de elogio hacia mí. Ahora soy la delegada de su Gobierno en Asturias.
–Habla de fango, palabra de moda. ¿El «caso Begoña Gómez» lo es?
–Por supuesto.
–¿Por qué?
–Porque supone coger todas las insidias de algunos pseudomedios, convertirlas en una querella y meterlas en un juzgado. A partir de ahí…
–¿Entonces el juez forma parte de la maquinaria?
–No, yo hablo de esa primera parte. El juez está tomando decisiones sorprendentes. Recordemos cómo empieza la máquina del fango: hablando del rescate a Air Europa y una supuesta participación de la esposa del Presidente. Ahora ya no hay nada de eso, no se habla de ese rescate porque evidentemente se demostró que no hay nada. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que las cloacas del estado llevan una década, la misma que lleva Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, intentando ensuciar su nombre creando informaciones falsas. Primero fue con su esposa, ahora con su hermano… Esto ya lo vivimos con Podemos hace unos años, con denuncias que siempre aparecen de la misma forma.
–Hablemos de Asturias. Barbón se refiere constantemente a «la década del cambio» en Asturias. ¿Qué significa eso?
–La década del cambio ya está aquí y Asturias está en marcha. Cuando nos subimos en el AVE empezó la década del cambio. No es un discurso triunfalista, casi todos los indicadores dicen que Asturias está en un buen momento y, por lo tanto, lo que tenemos que hacer es aprovechar todas las sinergias para ponerlas al servicio de la ciudadanía.
–¿Pero qué va a cambiar?
–Estamos ahora mismo recibiendo los fondos europeos de recuperación y actualmente ya hay, según cifras del Ministerio de Economía, 800 millones de euros que ya han venido directamente a Asturias, 600 de ellos por la propia administración del Estado. Son cifras que nunca se habían visto. Además, pasamos las décadas de las diferentes reconversiones y estamos en un buen momento. Siempre pongo el mismo ejemplo: la mayor ayuda pública estatal que el Gobierno de España le ha dado a una empresa ha sido a Arcelor, y estamos a la espera de que culmine su proyecto. Hablamos también de ayudas a Fertiberia, Asturiana de Zinc, EDP… El apoyo del Gobierno de España y de Asturias al sector industrial es fundamental, porque sabemos que la región tiene un corazón industrial y queremos que así siga siendo, pero hablamos también de ayudas a la PAC, a ganaderos… La idea es que Asturias siga avanzando y cada vez a mayor velocidad.
–Cita los fondos europeos. Según el Gobierno central, Asturias es la segunda región por la cola en ejecución. ¿Qué falla?
–Es una cuestión metodológica. Digamos que la plataforma «Elisa», del Gobierno central, contabiliza lo que va a la economía real, y el Gobierno de Asturias contabiliza también los recursos que van, por ejemplo, a encargos. No son distintos, sino complementarios. El Ministerio de Economía reconoce el grado de ejecución y el esfuerzo de ambas administraciones. No hay colisión de datos, es solo distinta metodología.
–Mencionaba también Arcelor, ¿cómo está la negociación para que ejecute la inversión en Gijón?
–Puedo decir que la relación entre el Gobierno de España y la empresa es casi diaria, por no decir directamente diaria. Esperamos que más pronto que tarde la empresa asuma la ayuda de los 450 millones. Son negociaciones al más alto nivel. Prima la discreción.
–¿Pero es optimista?
–El empeño del Gobierno de España se ha trasladado en 450 millones de euros y otras ayudas. Voy a decir que tiene buena pinta, pero no puedo adelantar nada, porque no estoy en el día a día.
–La «década del cambio» empieza con la llegada del AVE, pero el ministro Óscar Puente fue reprobado en la Junta General.
–El Ministro es una persona que habla muy claro y no se anda con rodeos. Está claro que el Ministro apuesta fuerte por Asturias.
–Con el reparto de menores inmigrantes han topado con Vox, pero también con Cataluña. ¿Son insolidarios los dirigentes independentistas?
–Yo creo que aquí ha habido varias quiebras, incluso dentro del propio PP, porque escucho al presidente de Andalucía criticar el discurso de Feijóo sobre los niños inmigrantes. Creo que aquí quien ha fallado en todo caso ha sido la mayor parte de las comunidades autónomas gobernadas por el PP. Espero que al final se llegue a un buen acuerdo sobre esta materia porque creo que tenemos que dar lecciones de dignidad como país. Como debemos darla en la lucha contra la violencia machista.
–¿Qué datos se ha encontrado en Asturias de esa violencia machista?
–Tenemos 2.024 casos activos en Asturias. Uno de ellos es de riesgo extremo ahora mismo y 35 de riesgo alto. Hay muchos concentrados en la zona centro. Las mujeres tienen que saber que cuentan con el apoyo de las administraciones, operadores jurídicos, seguridad del Estado… Tienen recursos a su disposición para salir de la violencia. En mi discurso como delegada dije que cada denuncia que se pone y cada sentencia es una nueva vida que comienza. Es importante que lo digamos todos los días. No voy a decir que es la mayor lacra de España, es un problema estructural de todos los países y tenemos que darles respuesta. Estamos trabajando en la renovación del pacto de Estado contra la violencia de género y la pretensión es que esté aprobado antes del 25 de noviembre, que es el día mundial contra la violencia de género. Se van a incluir cosas que no estaban, como la violencia económica o la vicaria. Hemos hecho un gran trabajo estos años, pero queda mucho por hacer.
–¿Ya ha notado ese coste que dice ocasionar la primera línea política en estos días?
–En Asturias no me ha pasado nada, la gente puede pararse y decirme: «Su cara me suena». Pero en Madrid sí que tuve en su momento. Hubo algún intento de agresión, por ejemplo. Aquí he tenido palabras de ánimo y también alguien que viene a reprocharte algo, pero eso forma parte de la política. En Asturias la gente me conoce mucho, no tanto de mi época en Madrid, sino de la anterior. ¿A que me refiero con el coste? Por ejemplo, a que haya un pseudomedio de comunicación que publique los planos de mi casa. Yo he sufrido eso y he sufrido acoso a mis familiares, pero no por medios de Asturias, sino por medios nacionales que venían aquí. Todavía recuerdo cuando mi padre había muerto y un libelo mandó a un pseudoperiodista a Ribadesella a intentar buscar algo oscuro de mi familia, que es honrada y trabajadora de toda la vida. Incluso intentaron localizar la casa de mi madre.
–Esa diferencia entre la primera línea regional y la nacional también se nota en la escenografía. ¿Se sobreactúa demasiado en Madrid?
–Yo es que creo que dentro de la M-30 todo se vive de una manera distinta y a veces parece que el resto de España, lo que se llama la periferia, no existiera. A mí me gustaría que muchas veces se saliese de allí y se viviera un poco la política real, que es la del alcalde de un partido político que tiene muy buena relación con otro regidor de otro partido. Esto no lo he contado nunca, pero cuando Alfredo Canteli salió elegido alcalde de Oviedo, yo era diputada nacional y le mandé un mensaje poniéndome a su disposición. Creo que eso es lo normal: la cooperación y el entendimiento, también la crítica y la discusión. Lo que no es normal son todas estas palabras gruesas que estamos acostumbrados en Madrid, eso sí que no es normal. Cuando está en el Congreso, que es más pequeño de lo que parece, estás escuchando desde tu escaño el insulto que te dedica el de enfrente. Y hay veces que pasan temas serios y graves, pero también depende de la dirección del partido político de se momento. Hay una estrategia clara del Partido Popular de intentar que no se escuche al Gobierno en el Congreso. Cada vez que gobierna el Partido Socialista el Congreso de los Diputados se convierte en un guirigay. Intentan trasladar la imagen de inestabilidad, de que esto es un follón, del ruido… Frente a ese ruido que algunos intentan generar: gestión, gestión, gestión y entendimiento.
–¿Con qué político de Vox se iría a tomar una caña?
–Con ninguno.
–¿Con ninguno?
–No, es que… A ver, yo que sé, con Figaredo, por ejemplo, que es el diputado de Vox de Asturias, pues quizá después de algún debate si nos ponen una caña nos la tomemos juntos, pero no es algo que partiera de mí. Intento ser afable y cordial con todo el mundo, pero cuando me enfrento a gente que niega la violencia de género… Cuando pasa eso un agresor se siente respaldado y eso es durísimo. O negar el propio cambio climático, o ser antivacunas… Tengo poco de que hablar, no es una situación de rechazo, es que no tendría nada de qué hablar.
–Cuando estalló el «caso Koldo» lo calificó de «doloroso». ¿Cambiaría ahora ese calificativo? ¿Se queda corto?
–No, sigue siendo doloroso. Yo con Koldo no tenía apenas relación, aunque lo conocía. Fue doloroso por la salida de José Luis (Ábalos, ex número tres del PSOE) y por todo lo que hemos visto. En todo caso es doloroso pensar o sospechar que alguien que gozaba de la confianza de un compañero lo ha traicionado de esa manera.
–¿Y no tiene alguna responsabilidad José Luis Ábalos?
–Yo espero que no, espero que no. Él a mí me ha dicho que no, porque con José Luis sigo manteniendo relación. Me aseguró que él estaba limpio y que es una persona honrada y trabajadora y quiero confiar en que es así.
–El PP dice que la FSA está rota y que ya se prepara la sucesión de Barbón
–Fíjense: es que el PP lleva con ese mantra mucho tiempo. Llegaron a inventarse que yo iba a ser la sucesora de Adrián. A veces no se sabía muy bien si era que Adrián quería proponerme a mí como sucesora o que yo estaba enfrentada a Adrián para ser su sucesora. No, no, no hay nada de eso. Lo que está roto es el Partido Popular: que pregunten si no en Avilés. La FSA goza de muy buena salud y el gobierno de Asturias está haciendo una gran labor. Todo el mundo respalda al presidente Barbón porque le da alto valor a la FSA.
–¿No se habla de usted como posible sucesora?
–Nunca, nunca, nunca. Porque, entre otras cosas, el presidente Barbón tiene cuerda para mucho rato.
–Ha vuelto a las redes sociales. ¿Las echaba de menos?
–Las dejé porque recibía muchos ataques orquestados de la extrema derecha y de los trolls de la extrema derecha. Insultos diarios, campañas de desprestigio… Llegó un momento en el que dije que no me merecía la pena estar ahí y me fui. Lo que hemos hecho ahora, desde que soy delegada del Gobierno, es un perfil más institucional que ni siquiera llevo yo, sino mi equipo.
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