La periodista y cómica Carmen Romero conocida por sus vídeos cortos siempre en un tono serio y sarcástico está haciendo realidad su sueño. Escribir un libro. Aunque nunca se hubiera imaginado que ella fuera parte de la historia de ‘Esto no está pasando’ (Ed. Planeta, 2024), un testimonio en el que narra cómo vivió el suicidio de su hermano desde el humor. En junio de 2016 su vida se desmorona, entra en estado de shock y todo ocurre muy rápido que hasta las cosas que entonces tenían sentido dejan de tenerlo. Miguel, su hermano, de solo veintiséis años, militar de profesión, se quita la vida al saltar por la ventana de la casa familiar mientras ven juntos la película ‘El Padrino’. Carmen cree vivir en una ficción: policía, vecinos, médicos, ambulancias y hasta su madre y su hermana participan del rodaje de una película en la que nadie dice: «¡Corten!».
Para reconectar consigo misma, la autora comienza a tantear las dimensiones de la tristeza hasta que, de forma inesperada, irrumpe el humor. Solo entonces comprende que la única forma de agarrarse a la vida pasa por afrontar la muerte desde un lugar alejado del tabú, el silencio y el miedo.
P. ¿Cuál es el objetivo del libro contado desde el humor negro? ¿Fue un método de sanación interna o querías ayudar a otros a confrontar el duelo de la pérdida de un ser querido?
R. Yo me sentía muy sola, no había leído un libro antes así. Del duelo se ha hablado más, pero del suicidio y sobre todo el toque de hacerlo con humor creo que no se ha hecho entonces por ahí dije que podía ser algo nuevo. Lo que me sirviese a mí para sanar es una cosa que no estaba en mi mente cuando lo empecé y que me he dado cuenta después, casi al acabar, me he percatado de que me ha servido para eso. Pero el objetivo era hablar de la historia de Miguel, de lo que le pasó, naturalizar el hablar del suicidio, del duelo, de los problemas de salud mental que creo que hay mucho tabú y sobre todo ayudar a la gente de distintas formas. Que se rían, que es también una cosa que me encantaría conseguir con el libro y para acompañarles, imagino en su duelo interno también y que lo exterioricen.
P. ¿Y en qué momento decidiste mostrarlo?
R. Desde pequeña mi sueño era escribir, de hecho me he presentado a varios concursos de relatos. Escribir es algo que me permite mucha libertad y que puedes corregir, o sea, me parece que es un formato maravilloso para sobre todo que esta historia se entendiese bien y mi necesidad de hablar de ello con naturalidad, de no esconderlo y de no ponerme tensa, sino de reconocer que mi hermano se suicidó, tuvo un brote psicótico y no quería tampoco en ningún momento que hubiese que esconderlo. Al contrario, es importante poner el foco en estos temas para aprender y para también para darnos cuenta de que pasan muy a menudo, de que son cosas que afectan a mucha gente.
P. ¿Qué te dijo tu psicólogo?
R. Mi psicóloga me decía, escríbele cartas. Y yo no quería, claro, no quieres porque es horrible, porque te abre y te hace sacar todo lo que hay pero me he dado cuenta de que es súper útil para ordenar las ideas y le escribí varias cartas durante un tiempo, que justo las he incluido en el libro y me ayudaron a ver las cosas de otra manera. Creo que estamos poco conectados a veces con nuestras emociones y no identificamos bien lo que nos pasa. Entonces escribir es una manera de darte cuenta de cómo verte desde fuera.
P. ¿En qué momento te das cuenta de que necesitabas terapia? ¿Habías ido antes?
R. No había ido jamás en la vida a terapia y creo que debería haber ido antes por otras cuestiones como creo que nos puede pasar a cualquiera. A todos. En algún momento creo que la vida es muy larga y son muchos cambios. Yo era incapaz de procesar nada, de sentir nada, entonces yo decía ¿a qué voy a ir?, todavía ni siquiera puedo llorar por lo que ha pasado, entonces pasaron unos meses y me empezaron a dar ataques de pánico y de ansiedad que tampoco supe lo que eran al principio porque no los identificaba, pero ahí sí que eso ya me incapacito muchísimo y entonces dije vale, sí que tengo que buscar ayuda. Por lo menos por esto, por lo de Miguel ya veremos, pero por esto sí, y claro, evidentemente estaba unido. Un bloqueo, también.
P. ¿Qué te dicen tus padres en casa cuando publicaste el libro?
R. Pues la verdad que con mi padre tengo menos relación, pero está muy contento y mi madre me ha apoyado desde el minuto uno absolutamente en todo me ha dicho que sí que adelante con el libro que les ha servido a ellos también. Está totalmente a favor de hablar de estos temas, de contar lo que le pasó a Miguel, de que aprendamos, de que hablemos más de esto. Y me ha apoyado muchísimo y me ha dado vía libre, que eso también es mucho, porque si ella me hubiese dicho que no me apetece que cuentes esto, pues lo hubiese tenido que respetar y no hubiese podido hacerlo.
P. ¿Y tu hermana? ¿Cómo ha vivido ella el duelo de perder a su hermano?
R. Igual, me ha apoyado en todo. Tengo muchísima suerte con las dos y me han apreciado también durante todo el proceso. Mi madre haciendo de madre, pues siempre me ha dicho que va a ser muy duro Carmen, es que mira lo que estás pasando, pero pensamos que es para algo bueno.
P. El humor es tu lenguaje, lo ha sido siempre, imagino que desde bien pequeña, también por tu madre. ¿Crees que Miguel hubiera hecho lo mismo?
R. Yo creo que él hubiese sido también el primero en hacer chistes, por lo menos con nosotras, eso seguro, porque era también su forma de ver el mundo y de reírse de absolutamente todo y de estar de broma todo el tiempo. La gente que lo conocía decía eso de él, destacaba su cariño, su dedicación, lo buen compañero que era y lo gracioso que era. Conociéndole que era igual de bestia que yo y tenía el mismo amor. Creo que sí que hubiese hecho las mismas bromas. Aunque, he ido con pies de plomo también porque tienes que saber en qué momento, pero como mi madre ya me conoce de sobra ya se lo toma bien. El humor no le quita peso, ni le quita drama, ni te aleja de lo que ha pasado, pero sí es una manera de llevarlo de otra forma más liviana. Es mi forma de reaccionar y está bien también, he tenido que aprender a vivir con ello y mi vida no va a ser como antes, nunca más. Superar en términos de seguir con mi vida y volver a tener ilusión eso sí que se consigue. Creo que ya no es una cosa incapacitante, pero sigo teniendo mis días malos de acordarme de Miguel muchísimo. Pesadillas.
P. ¿Sigues teniendo?
R. Alguna vez de vez en cuando sigo teniendo pesadillas. Me sorprendo pensando qué va a pasar que mi madre no me ha llamado y lleva mucho tiempo sin cogerme el teléfono y ya pienso que ha pasado algo malo. Es una respuesta que tiene mi cabeza con lo que pasó. Tuve que volver a terapia y tocamos estos pensamientos catastrofistas y volver a reconducirlos de alguna manera. Entonces, intento calmarme las veces que puedo porque hay veces que aunque yo pueda ver que no es real te agarra tanto que es complicado. Es una respuesta que da mi cerebro a lo que pasó y a lo que viví. Tengo que pensar y reforzar que no ha pasado nada malo. Ya pasó.
El humor no le quita peso, ni le quita drama, ni te aleja de lo que ha pasado, pero sí es una manera de llevarlo de otra forma más liviana
P. ¿Qué recomendarías a alguien tras haber vivido por esa etapa?
R. Siempre se puede hacer algo, pero hay veces que no está en tu mano y ojalá lo estuviera. Con la terapia aprendes a verlo con otra perspectiva y es que hay veces que no puedes hacer nada más que estar y estar ya es mucho. Hay gente que no tiene a nadie con la que contar y en la que apoyarse. Para mí es lo que me dijo Miguel aquel día: «Estás aquí y ya me estás ayudando mucho con eso».
P. En el libro mencionas que si algo no hay que decir es que se está teniendo un brote psicótico ¿Cómo lidiabas con ello?
R. Yo recuerdo hacerlo con muchísimo tacto, acercándome como podía a él y preguntándole de alguna manera que no le sopesara. Ni muy violenta, ni muy directa y con muchísima paciencia recomendarle ir al médico, que a lo mejor sería bueno que te viese y entonces le dejabas un rato de reflexión y al final decía sí. Muchas veces también simplemente esperar a que la persona te diga que es lo que necesita y lo que quiere porque no puedes tampoco hacer mucho más. También, he descubierto que todos queremos el bien de nuestros seres queridos, pero tampoco sabemos cuál es ese bien. Pensamos que lo sabemos, pero no podemos saberlo todo.
P. ¿Cómo crees que pueden ser los primeros síntomas para detectar que alguien cercano no está bien?
R. Los cambios de humor repentinos, estar irascible y negativo me parecen señales claras, así como encerrarse mucho en uno mismo. El brote fue súper fuerte y fue de un día para otro en realidad.
P. ¿Cómo te liberaste?
R. Mostrando los sentimientos que al principio pensaba que era un signo de debilidad y muy íntimo. Aparte del shock tan grande que tuve, yo no podía llorar en público porque mostrarlo era de débiles y me hacía muy vulnerable. En su día mencionaba la anestesia emocional. Ahora creo que es algo que deberíamos hacer muchos más porque ser vulnerable ayuda un montón, ni eres menos ni más frágil.
P. ¿Y ahora a día de hoy, Carmen, cómo estás? ¿Qué haces cuando te da un bajón?
R. Descanso mucho. A mí el sueño me afecta muchísimo y si no descanso estoy de mal humor, no puedo trabajar y no puedo rendir. Paciencia y escribir el libro me ha servido un montón, han pasado ocho años, mucha terapia, sigo haciendo terapia a día de hoy. El otro día eso estaba mal porque al final dices, joder, es que todo esto es porque él no está ahí, te acuerdas y vuelves a pensar y también piensas cuánta gente está pasando por lo mismo. Te pesa. Agradezco muchísimo los mensajes y respondo siempre y son súper amorosos, pero claro que te pone triste pensar la cantidad de gente que se quita la vida.
P. ¿Te ha escrito alguien con pensamiento suicidas? ¿Cómo lo gestionas?
R. No me ha pasado nunca de que me haya escrito alguien, pero sí de oye yo he pasado por esto y agradezco contarme su experiencia porque me parece que solo hablarlo ya es una liberación. Igual debería pensar qué hacer en esos casos porque tampoco lo sé, esto ha sido algo que me ha surgido a mí ahora y la solución es buscar ayuda. Por eso me parece tan importante la labor de los profesionales que se dedican a esto y que sí saben qué hacer, que tengan ese grado de humanidad y ese grado de que no todo son estudios, también en saber que estamos tratando con personas.