Ya no vive nadie en Montoedo, la aldea de A Teixera (Ourense) en la que en 1995, Lucio Ballesteros Parra, natural de Gumiel de Mercado (Burgos, 1930), comenzó su loca aventura. Las raíces gallegas de su mujer Anuncia lo trajeron hasta este enclave de la Ribeira Sacra, donde el hombre inició un plan disparatado con el que se ganó la cólera de los vecinos. Empezó a construir una casa por la carretera, en terrenos que ni siquiera le pertenecían. Tapó un camino vecinal. Continuó su idea en las fincas de su esposa – que a su vez tenían varios dueños –, sin permiso. En el jardín ilegal, ejecutó su gran obra cuando enviudó: una nave espacial de aluminio, de 20 metros de diámetro, para volar al ‘planeta 10/7’. Lucio asumió durante años multas, avisos de derribo y un enfado vecinal que tornó en algo mucho peor: indiferencia. Poco antes de morir, este nonagenario que quería hacer realidad sus sueños de niño, encontró un heredero.

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