Los vecinos de la calle Gabilondo de Valladolid llevan alrededor de tres años sumidos en un infierno que les infunde el terror en su día a día. Una de las vecinas del bloque, junto con su hija de 16 años, es la causante de este ambiente hostil.

En el último episodio, la mujer decide destrozar con un hacha una puerta de una de las viviendas del edificio. Los rasguños son tan profundos que llegan a revelar la parte blindada de dicha puerta. El vecino que reside en la vivienda afectada ha decidido irse de su propia casa, aterrorizado. Ha sido el caso de más vecinos. Además, algunos de los que decidieron quedarse, lo hacen cerrando las ventanas al anochecer. También precisan de un tratamiento para dormir, pues los gritos en la noche les impiden descansar. Y no solamente son gritos, también esta vecina se dedica a destrozar buzones.

La razón de la violencia

La vecina culpable de estos estropicios asegura quesus vecinos pertenecen a una mafia y que quieren acabar con su vida. La historia se remonta a hace un par de años, cuando comenzaron las obras del ascensor del edificio. Ella se quejó de los ruidos y se convenció de que sus vecinos trataban de envenenarla. A partir de este momento, se desata una situación de violencia y agresividad que dudaría hasta el día de hoy.

Esta vecina, con la que hemos podido hablar, explica que se siente atacada. Ella afirma que hay una mafia que incluye a toda la calle, a la policía y al Ayuntamiento. Ella la ha descubierto y, por esa razón, ahora la persiguen a ella y a su hija para asesinarlas. Lo único que ella busca, según cuenta, es defenderse. Llama a la policía constantemente y dice que en ese edificio hay cadáveres, que ella puede olerlos (a pesar de que la periodista que lo relata no ha detectado dicho olor). La policía ignora las llamadas de esta mujer, pero ella considera que la única razón por la que lo hacen es que pertenecen a la misma mafia que sus vecinos.

La respuesta de los vecinos

Sus vecinos han presentado demandas a madre e hija y los caseros de la vivienda en la que residen decidieron rescindir el contrato. Esta vecina llegó a vivir a su comunidad hace 15 años con su hija y su marido y, por aquel entonces, pagaban el alquiler. Pero, al comenzar los altercados, se notifica en orden y forma que el contrato se elimina, pero ella no acata ese fin de contrato. Nos cuenta que no se considera morosa porque ella paga el alquiler, pero el casero se lo devuelve. Ante la falta de abandono, también hay una orden de desahucio.

El camino a la solución

Los vecinos insisten en que quien debe entrar en juego son los servicios sociales. La salud mental es un asunto serio y que se debe tener en consideración, recuerdan. Y en estos momentos todos los vecinos, no solamente los del bloque, sino los de la calle, temen cada día, llegando al punto de no querer hablar con los medios. Esperan que pronto se solucione esta situación que, a día de hoy, califican como un infierno.

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