En España, la historia política, social y económica se ha construido en los restaurantes, en un ambiente distendido donde las relaciones personales se fortalecen después de disfrutar de buenas comidas. En el Centro de Alto Rendimiento en Altitud de Font-Romeu (CNEA), ubicado a 1.800m en el Pirineo francés, los marchadores españoles que viven concentrados durante las semanas previas a los Juegos aprovechan las comidas para hacer un grupo de apoyo. “La comida aquí no es gran cosa, pero nos tenemos los unos a los otros”, dice María Pérez, doble campeona del mundo de los 20 y 35 kilómetros marcha en Budapest 2023.
En la mesa se juntan otros tres oros mundiales, los dos de Álvaro Martín en los 20 y 35 kilómetros de la capital húngara y el de Miguel Ángel López en los 20 kilómetros de Pekín 2015, ambos hijos de la sabiduría de José Antonio Carrillo, uno de los mejores entrenadores del mundo. “Hoy todavía es apetecible, pero el otro día no comí nada”, asegura Raquel González, plata europea en Múnich 2022. Se juntan para comer sobre las 12:30h porque “si esperas a más tarde corres el riesgo de quedarte sin lo poco de bueno que toque ese día”, dice Cristina Montesinos, quinta del mundo el año pasado.
Entrenamientos en hipoxia a 3.500 metros de altitud
Los marchadores españoles se concentran cuatro semanas en la altitud de Font-Romeu o de Sierra Nevada para aumentar la capacidad de transporte de oxígeno de su sangre y mejorar su rendimiento. Aparte de vivir a una altitud de 1.800 metros, en el gimnasio del CNEA hay una sala de hipoxia con cintas de correr y una bici, gestionado por Álvaro Rancé, donde pueden manipular la cantidad de oxígeno del aire para simular entrenamientos de alta intensidad a 3.500 metros. La sala también dispone de radiadores para subir la temperatura y la humedad para imitar las condiciones del día de competición.
Unas sesiones que se hacen por las tardes y que en los cuerpos de María Pérez o Alberto Amezcua les genera unas adaptaciones muy buenas. Tampoco hay que olvidar el trabajo de nutricionistas, fisiólogos o fisioterapeutas, que además de cuidar el cuerpo de sus atletas hacen un trabajo psicológico impagable. Jacinto Garzón, su entrenador, también utiliza cámaras de alta definición para analizar el tiempo de contacto con el suelo y el de apoyo y sacar métricas que sirvan de referencia para progresar y que valora con marchadores ilustres como Beatriz Pascual o Chuso García Bragado. “Los jueces están encima de María y después de ser doble campeona mundial, aún más”, dice el técnico granadino, que lamenta que no se utilice la tecnología en competición para tener unos parámetros de valoración más justos
El menú diario del CNEA lo diseñan nutricionistas deportivos bajo parámetros muy estrictos que incluyen comida sin sal, sin fritos, sin salsas, con agua como única opción para beber y con yogur natural como única alternativa a la fruta de postre.
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“Llevamos una vida monacal, lejos de la familia y los amigos, solo dedicados a entrenar y a cuidarnos”, relata Martín, que además de triunfar en la marcha se ha sacado las carreras de Derecho y Ciencias Políticas. ¿Cómo será la Villa Olímpica?, ¿tendremos aire acondicionado?, ¿Cómo será la ceremonia inaugural?, ¿Qué pasará con las pruebas que se disputan en el agua del Sena si finalmente no está limpia?, son ejemplos de preguntas que se lanzan entre ellos durante la hora de comer. Sus ojos se iluminan al pensar que pronto harán realidad sus sueños.
Álvaro Martín: “Vamos con la ilusión y las ganas de saber que estamos haciendo un gran trabajo y que todo va bien”
“Tengo muchas ganas de París. Los últimos fueron de todo menos unos Juegos, en plena pandemia con las medidas de seguridad y, además, compitiendo en Sapporo y sin vivir con el resto de atletas en Tokio”, se lamenta María, que quedó cuarta y sin medalla. La misma posición que ocupó Álvaro y que todavía le duele. “París 2024 es un tren que no podemos dejar escapar”, se repite a sí mismo el marchador extremeño. “Vamos con la ilusión y las ganas de saber que estamos haciendo un gran trabajo y que todo va bien”, añade Martín, que para participar en el Campeonato de España en La Nucía condujo durante siete horas desde Font-Romeu, ganó la prueba, pasó en control antidopaje y volvió de nuevo a la altitud pirenaica, como también hicieron Miguel Ángel López y Raquel González.
El milagro de Cristina Montesinos
Que Cristina Montesinos (Terrassa, 1994) vaya a debutar en unos Juegos en París 2024 a sus 30 años se puede considerar un milagro viendo todos los obstáculos que ha tenido que superar para llegar hasta aquí. El año pasado quedó quinta del mundo en los 35 kilómetros de Budapest y este año logró la plaza olímpica al ganar el Campeonato de España en Zaragoza y ser sexta de Europa en Roma. Y todo esto llegó después de pasar ocho años lesionada, con un síndrome compartimental en el tibial que le tardaron en detectar, se le hizo crónico y que le obligó a pasar por el quirófano varias veces. Estuvo entrenando sola y trabajando ocho horas al día porque no tenía becas ni ayudas.
En 2020 llegó la pandemia, en 2021 casi no pudo competir por una lesión en el psoas, después tuvo un trombo en la pierna, sufrió anemia y problemas con el hierro que todavía siguen, se fisuró dos costillas, pero nunca se rindió. Llegará a París después de llevar solo un año como atleta profesional viviendo en el CAR de Sant Cugat, un milagro que no se entendería sin la ayuda de su entrenador Valentí Massana y de su asesor técnico, Josep Marín. Tiene una cabeza privilegiada y una capacidad de lucha, de entrega y de sacrificio para salir adelante sin límites. Una combinación que le permite sacar el mayor rendimiento posible a un talento innato para marchar y que Mundo Deportivo le reconoció con el premio Trofeu Campions amb Valors 2023
En Font-Romeu el despertador suena a las 7h de la mañana –salvo a Paul McGrath, que suele descansar hasta más tarde para entrenar con Alejandro Aragoneses. Dependiendo del día, el entrenamiento se realiza en la propia pista de atletismo del CNEA o al aire libre en alguna de las dos zonas favoritas, el Lago de Matemale y Puigcerdà. Los entrenadores siguen de cerca a sus atletas montando en bici, cargando con los avituallamientos, los geles y controlando los ritmos y la técnica.
Algunos como Jacinto Garzón llevan su propia estación meteorológica para saber en todo momento la temperatura y el porcentaje de humedad. Después de reponer fuerzas con la comida, toca la siesta y las de María Pérez pueden superar las dos horas. Las habitaciones son diminutas y muy básicas, sin armarios y con un baño que sirve de ducha. Hay demasiadas horas para pensar y por eso, después de cenar hay un momento de desconexión en el salón para ver la tele o jugar a las cartas (Uno).
La marcha española quiere culminar en París medio siglo de trabajo estajanovista para dominar una especialidad agónica, con pioneros como el recordado Jordi Llopart, que derribó el muro en los Juegos de Moscú 1980 con una plata que abrió el camino para que otros creyeran que era posible. Dani Plaza ganó el oro en los 20km de Barcelona’92, Valentí Massana el bronce en los 50km de Atlanta’96, María Vasco fue bronce en los 20km de Sídney 2000 y Paquillo Fernández, plata en los 20km de Atenas 2004.
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