Hace poco más de 15 días dijo que no renunciaría a menos que Dios bajase y se lo pidiera. Este miércoles, tres días después de anunciar que da un paso al lado, el presidente de Estados Unidos asegura que ha dado todo por el país, pero que lo mejor para que siga siendo un lugar de posibilidades es decir adiós. «Nada puede interponerse en el camino de salvar nuestra democracia, y eso incluye la ambición personal», ha dicho Joe Biden en un histórico mensaje televisado.

«La mejor manera de seguir adelante es pasar la antorcha a voces más jóvenes. Los presidentes no son reyes, y eso no va de mí, va de vosotros. Cuando me elegisteis prometí seros sincero, prometí decir la verdad», ha explicado el presidente.

Biden ha establecido una dicotomía muy clara. Por un lado, el amor por Estados Unidos, un país «especial», «lleno de posibilidades», una república en la que quienes deciden quién manda son los ciudadanos, que son quienes tienen el poder. Y por otro lado, la posibilidad de que todo eso se rompa, de que no siga siendo así. Y ante esos dos caminos, pese a que ser presidente ha sido «privilegio» de su vida, ha optado por no dividir más al país para que le sea más fácil escoger la opción que considera correcta.

«Estados Unidos es una idea, una idea más grande que cualquier ejército, que cualquier océano. El poder está en vuestras manos. La idea de Estados Unidos está en vuestras manos», ha aclamado.

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