Bajo la mirada del ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, los emisarios de Hamás y Fatah, hasta ahora rivales irreconciliables de la arena política palestina, firmaron este martes en Pekín un acuerdo para establecer un Gobierno de unidad nacional provisional y caminar hacia la gestión compartida de la Franja de Gaza que sobreviva a la guerra de Israel.
Los expertos consultados por El Independiente rebajan las expectativas que la fotografía y la mediación china crearon este martes, con la guerra en Gaza cumpliendo una jornada más su espiral de muerte y destrucción. «No hay un acuerdo de unidad, sólo conversaciones que quizá podrían conducir a uno. Soy escéptico sobre su éxito, ya que muchos intentos anteriores fracasaron y, de hecho, fueron diseñados para fracasar. Mahmud Abás se opone a un acuerdo entre Fatah y Hamás», señala a este diario Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group.
Soy escéptico sobre su éxito, ya que muchos intentos anteriores fracasaron y, de hecho, fueron diseñados para fracasar
La guerra como detonante
Han sido los cerca de diez meses de operación militar israelí en la Franja de Gaza, con la cifras de muertos superando ayer el umbral de las 39.000 personas y la desolación de un territorio completamente arrasado por el plomo, los que han servido como acicate para -al menos públicamente- limar asperezas y escenificar la unidad de Hamás, Fatah y otra docenas de partidos palestinos. «Por encima de todo necesitamos unidad máxime con estas condiciones tan duras que estamos viviendo especialmente en Gaza pero también en Cisjordania», señala a El Independiente Fayez Saqqa, dirigente de Fatah y diputado del Consejo Nacional Palestino en Cisjordania. «Ojalá por fin se cumplan los acuerdos que se han firmado en Pekín. Sería una buena noticia para el pueblo palestino», agrega.
Ojalá por fin se cumplan los acuerdos que se han firmado en Pekín
La experiencia previa no convoca al optimismo. Hamás y Fatah han estado enfrentados desde 2007, cuando después de las elecciones legislativas que por primera vez ganó el movimiento islamista, Hamás se hizo con el control del Gobierno en la Franja de Gaza y expulsó a los miembros de Fatah. Desde entonces varios países, entre ellos Egipto, Arabia Saudí, Argelia o Turquía, han tratado de auspiciar conversaciones para la reconciliación palestina, con escaso éxito. Se han llegado a firmar acuerdos que han quedado luego en agua de borrajas.
Una relación tormentosa
«Mahmud Abás, de Fatah, ganó la presidencia de la Autoridad Palestina en 2005. Hamás venció en las elecciones legislativas de 2006. En 2007, las dos facciones libraron una breve pero sangrienta guerra civil, y Hamás se hizo con el control de Gaza. Desde entonces, las dos facciones han actuado como un matrimonio a punto de divorciarse: pasan la mitad del tiempo hablando de reconciliación y la otra mitad conspirando para matarse mutuamente», replica a este diario James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California
«No es la primera vez que los dos grupos declaran su intención de reconciliarse. La última fue en 2022. Las palabras no fueron seguidas de hechos porque hay demasiada desconfianza y mala sangre entre las partes. No están de acuerdo sobre el camino a seguir en el conflicto palestino-israelí: Hamás cree obviamente en la lucha armada; Al Fatah cree en negociar un acuerdo en el marco de Oslo. En parte, Hamás lanzó su ataque contra Israel el 7 de octubre para demostrar que su camino era el único eficaz y para eclipsar a Al Fatah a los ojos de la opinión pública palestina», agrega Gelvin.
No están de acuerdo sobre el camino a seguir en el conflicto palestino-israelí: Hamás cree obviamente en la lucha armada; Al Fatah cree en negociar un acuerdo en el marco de Oslo
Margen de acción limitado
Incluso si logran pactar un Gobierno de unidad nacional interino -una meta que no es inmediata en una coyuntura dominada por completo por la actual contienda en Gaza-, la Autoridad Nacional Palestina se enfrenta a una realidad infernal. La entidad que, según los Acuerdos de Oslo, debía constituir la base del futuro del Estado Palestino se halla hoy totalmente superada por la realidad. En Gaza es Hamás el que ha gobernado «de facto» desde 2007 y en Cisjordania la realidad de los asentamientos israelíes en continua expansión -se calcula que hay unos 800.000 colonos- limitan el margen de acción y la capacidad de operar del poder político palestino. Ni siquiera Abás es ajeno a esas restricciones de movimiento que sufren los palestinos entre Ramala, la sede del Gobierno, y el resto de la geografía de Cisjordania.
Además, la Autoridad Palestina ha sido asfixiada económicamente por Israel -mantiene congelado el dinero que debe servir para el pago de los salarios de sus funcionarios-, que en boca de su ministro de Exteriores advirtió este martes que no permitirá que un Gobierno de unidad palestina se haga con el control de la Franja de Gaza. El Gobierno de Benjamin Netanyahu, el más ultraderechista de la historia de Israel, mantiene en público su objetivo de «erradicar» a Hamás, un propósito cuestionado por múltiples voces fuera y dentro del país. El movimiento islamista, nacido a finales de la década de 1980, forma parte del tejido político palestino y su eliminación resulta utópica. Políticos israelíes y mandatarios extranjeros -como el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell- han reconocido desde octubre que Israel toleró y alentó el auge de Hamás con el objetivo último de socavar a la Autoridad Palestina y sembrar la división entre los palestinos. Hace unos días el Parlamento israelí aprobó por mayoría amplia el rechazo al establecimiento del Estado palestino.
Desconexión de la élite palestina
Otro de los obstáculos evidentes que muestran estos cerca de diez meses de guerra es la desconexión de la élite política palestina son su propia población. A la impopularidad de Abás y Fatah en Cisjordania se suma las diferencias entre la dirigencia de Hamás que se halla en el extranjero -a caballo de Turquía y Qatar- y la que permanece en los túneles en Gaza, con Yehia Sinwar a la cabeza.
«Es poco probable que este acuerdo reconcilie a los dos grupos, pero de todas formas no importaría por tres razones: En primer lugar, existe una división entre los políticos de Hamás fuera de Gaza y los que administran el territorio en el día a día. Los que negociaron en China tienen poco control sobre lo que ocurre dentro del territorio. En segundo lugar, la comunidad internacional ya considera a Hamás una organización terrorista. En lugar de elevar la estatura de Hamás, es más probable que este acuerdo rebaje la de Fatah. Es probable que Israel invoque el acuerdo para negarse a negociar de buena fe con Al Fatah. Por último, Israel ya ha rechazado que Fatah desempeñe un papel en el gobierno de Gaza después de la guerra y ha prometido destruir a Hamás. Aunque es poco probable que logre la destrucción de Hamás, la posibilidad de que un movimiento nacional palestino unido gobierne Gaza tras la guerra es nula», subraya Gelvin.
Israel ya ha rechazado que Fatah desempeñe un papel en el gobierno de Gaza después de la guerra y ha prometido destruir a Hamás
Es una de las preguntas que surgieron ayer: ¿Puede el acuerdo contribuir a detener la contienda y facilitar la consecución del acuerdo que permite una tregua a cambio de la liberación de rehenes?. Para Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal, el pacto carece de una repercusión directa sobre el curso de la actual guerra. «No creo que todo esto conduzca a resultados inmediatos, por lo que no creo que tenga un efecto importante en términos de detener el genocidio», admite en declaraciones a este diario.
«Queda por ver si el acuerdo se aplicará, avanzará y se convertirá en realidad, y aún quedan muchos obstáculos en el camino, sobre todo el grado en que la Autoridad Palestina depende totalmente de Estados Unidos y parece estar totalmente comprometida a mantener esa relación. Pero se trata de una intervención bienvenida por parte de China, y si empiezan a desempeñar un papel más serio en la lucha palestina, entonces podríamos ver cómo Estados Unidos se ve obligado a hacer algunos compromisos», agrega Ayyash.