Cuando era niña, la escritora Thalia Field (Chicago, 1966) tenía un perro llamado Mishka. Un día, alguien lo robó de su casa, y la policía le dijo que probablemente se trataba de una banda de ladrones que vendía animales a una universidad para que experimentaran con ellos. Cuando, muchos años después, conoció la historia del francés Claude Bernard (1813-1878), el llamado «padre de la fisiología moderna» y con ello de la vivisección, es decir, de la experimentación con animales para extraer conclusiones aplicables al organismo humano, el impacto fue tremendo. Ya sabía quién era el culpable último de aquel trauma infantil. Pero también descubrió un potente material literario: la guerra doméstica que el científico mantuvo con su esposa, Marie Françoise ‘Fanny’ Bernard, una mujer de la alta burguesía obligada por su familia a casarse con él, y que horrorizada por las crueldades que su marido y los estudiantes bajo su mando cometían en el laboratorio, se convirtió en una de las primeras activistas contra el maltrato animal, ayudada por las hijas de ambos.

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