Tal vez el PP acierte en el resto del territorio español; en Canarias, inequívocamente, se ha pegado un tiro en el pie. Quizás incluso más arriba, en la zona inguinal. Núñez Feijoo se equivoca si cree que esta era una ocasión inmejorable para castigar al Gobierno por «no saber hacer las cosas». No se le puede hurtar del todo la razón al líder conservador. Metodológicamente Pedro Sánchez y su equipo no se han lucido. La inmigración –lo dicen todos ellos– debe entenderse necesariamente como una política de Estado que, por lo mismo, tiene que asentarse sobre un amplio acuerdo básico y exige lealtad institucional.

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