En la vida de toda persona, hay ciertos momentos que se consideran esenciales y trascendentales. Un antiguo dicho sugiere que hay tres cosas que uno debe hacer antes de morir: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Estos actos simbolizan la creación, la conexión con la naturaleza y la contribución al conocimiento y la cultura. Pero hay otro momento que, para muchos, es igualmente inolvidable: una pedida de mano sorpresa.

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