Había expectación y no defraudó. De negro, bronceadísimo y, sobre todo, canalla, El Sol iluminó la noche coruñesa y encandiló a las más de 10.000 almas que abarrotaron el muelle de Calvo Sotelo [sin llegar a colgar el cartel de sold out], y que no dejaron de suspirar por Luis Miguel durante la hora y media que duró su concierto en Coruña Sounds. Una cita memorable, la primera del artista mexicano con su público gallego en doce años, y que no hizo más que alargar su leyenda. Y eso que comenzó regular, con 15 minutos de retraso y gente aún fuera del recinto cuando empezó a sonar la música. Sobre el escenario, la estrella sonrió, bailó y cantó. No le hizo falta más, consciente de que su música se ha convertido en un vehículo para reavivar emociones anestesiadas. Y es que, aunque lleva siete años sin lanzar un álbum, ha conseguido armar una de las giras más ambiciosas de su trayectoria.
Público durante el concierto. | // IAGO LÓPEZ
El éxito de Luis Miguel radica en su repertorio. En A Coruña, una vez más, lo demostró. Arrancó con Será que no me amas, la versión del Blame It On The Boogie que The Jackson Five popularizó en los años 70. A partir de ahí, condujo una velada musical estratégicamente ordenada para no bajar la intensidad en ningún instante. Amor, amor, amor, Suave, Culpable o no, Te necesito, Hasta que me olvides, Dame… son algunos de los temas que sonaron en el Puerto coruñés, ante un público entregado desde el minuto uno, y que enloqueció con los primeros acordes de La Bikina, uno de sus éxitos más tiktokeros e instagrameables.

Cola de fans para acceder al Puerto. | // IAGO LÓPEZ
Y es que El Sol de México desplegó en A Coruña todo su arsenal para cautivar a una parroquia heterogénea, que no para de incorporar nuevos fieles tras el pelotazo de la serie de Netflix que repasa su vida y su carrera. Madres con hijas, grupos de amigos y muchos matrimonios de mediana edad, llegados desde toda Galicia, y también de otros puntos de la Península, que no dudaron en hacer cola, durante varias horas, para asegurarse el mejor sitio en el recinto portuario, después de haber desembolsado, en la mayoría de los casos, más de 120 euros por su entrada para el concierto [el precio de las mejores localidades llegó a superar los 700 euros].
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