Lo de Microsoft nos señala lo traumático de la dependencia digital en todo lo que hacemos, en cómo nos organizamos como civilización, y el peligro de que toda esa supra organización digital esté en pocas manos
Lo de Microsoft, el caos mundial provocado por un fallo de la mega plataforma de protección de sistemas informáticos CrowdStrike y el colapso mundial de aeropuertos, bancos y otros servicios, así como puntualmente la atención de emergencias, es algo novelesco. ¿Seríamos capaces de volver a vivir como antes? ¿Y cuándo es ese antes? Hay tanta tecnología de la segunda mitad del siglo XX que nos hemos cargado, que hemos considerado obsoleta, que en muchas casas sin la nube, sin internet, volveríamos a los años veinte del mil novecientos. Relojes, transistores de radio, televisores no inteligentes, teléfonos que han desaparecido de nuestras vidas porque es más práctico, sencillo, ligero todo lo que nos ofrece la red.
Lo de Microsoft nos acerca a imaginarnos como sería el apocalipsis del mundo digital y me pregunto cómo resolveríamos esa necesidad ya elemental de estar conectados con los nuestros y saber qué es trending tópic, de qué habla la gente. ¿Qué pasaría si hubiese realmente un apagón digital en el mundo? ¿La humanidad sabría mantener la calma o nos mataríamos por comprar papel higiénico como en la pandemia? ¿Cuánto resistiría la economía? ¿Sabríamos estar sin saber cómo están los nuestros? Sería a grandísima escala lo que te pasa cuando te quedas sin batería en el móvil, esa sensación de aislamiento, yo ya no salgo de casa sin el cargador. Hace ya unos años, dos horas después de despertarme me quedé sin batería.
Había hecho lo siguiente, todo con el móvil: me sonó el despertador, tres alarmas diferentes porque ese día madrugaba para coger un tren, puse la radio, leí la prensa mientras desayunaba y pedí un taxi online para que me llevara a la estación de tren, durante el trayecto contesté unos emails de trabajo, pagué el taxi con la aplicación y por último escaneé mis billetes de tren. Cuando ya estaba en mi sitio y el tren se disponía a salir, aún no eran las ocho y media de la mañana y ya no tenía batería. Me quedó un bonito viaje de tres horas sin radio, redes, whatsapps. Vaya, como ha vivido la humanidad hasta hace treinta años. Cero contacto con nada que no estuviera a mi alcance, que no fuera la gente desconocida que tenía alrededor. Cosas en las que ya no nos fijamos ni nos interesan porque estamos siempre con la cabeza gacha mirando el móvil.
Lo de Microsoft nos señala lo traumático de la dependencia digital en todo lo que hacemos, en cómo nos organizamos como civilización, y el peligro de que toda esa supra organización digital esté en pocas manos. ¿Quién sobreviviría si todo este joven mundo digital se acabara?
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