Joe Biden ha anunciado este domingo que da un paso al lado. El presidente de Estados Unidos no se presentará a las elecciones de noviembre después de semanas de fuertes presiones, en las que importantes demócratas le han pedido que deje paso a otro candidato. Y uno de los que habrían estado empujando para conseguir la retirada de Biden sería Barack Obama, según han manifestado miembros del partido a diferentes medios de comunicación. El propio Biden cree que Obama ha movido los hilos desde las sombras para coordinar la «campaña orquestada» que ha llevado al traste su posible reelección.
Es evidente que es complicado llegar a conocer lo que piensa un presidente, porque entre la realidad y lo que reflejan los medios de comunicación siempre hay un sinfín de capas. Asesores, aliados, personas de su círculo más (o menos) cercano son quienes hablan con la prensa, y por tanto el margen de error es más o menos amplio. Pero es un hecho que Barack Obama y su un día número dos se han alejado de forma considerable a lo largo de los últimos años. En la última entrevista que ha dado Biden, aseguró no haber hablado con el expresidente en «un par de semanas», en una muestra de que la relación entre los dos no es tan cercana como solía serlo.
La tensión entre ambos es de sobra conocida, y tiene su origen en la presión que hizo Obama en 2016 para que Biden no se presentase a las elecciones. Entonces, el ahora presidente decidió escuchar a su amigo, pero el hecho de que Hillary Clinton perdiese contra Donald Trump hizo que el demócrata se sintiese culpable por no haberlo intentado, y furioso hacia todos los que lo condujeron hasta allí. Creyó firmemente que podría haber ganado, según personas de su círculo cercano con las que ha hablado Axios.
De acuerdo con sus asesores, desde entonces Biden es más competitivo en relación con todo lo que propone Obama, lo que ha llegado a afectar a muchas de sus decisiones más importantes. Su relación, que un día fue de amistad sincera, se ha desvirtuado hasta el punto que el presidente se siente rencoroso y cautivo de su exjefe, porque piensa que se siente celoso. Esa frase, literalmente, y similares son algunas de las que Biden solía decir a puerta cerrada, según el mismo medio, que de nuevo se apoya en sus asesores (aunque la Casa Blanca lo ha negado).
«Joe Biden se siente profundamente resentido por el trato que ha recibido no solo por parte del personal de Obama, también por cómo se le dejó de lado por Hillay Clinton», decía esta semana el presentador Joe Scarborough en su show en la cadena MSNBC. Su programa, Morning Joe, es conocido por ser seguido muy de cerca por el propio Biden, que incluso llegó a llamar para entrar en directo hace dos semanas, asegurando que no se iba «a ninguna parte».
En su defensa, el equipo de Obama ha argumentado en repetidas ocasiones que el expresidente no intentó dejar de lado a Biden, sino que estaba preocupado por la trágica pérdida de su hijo Beau, y deseaba que se recuperase lo suficiente antes de volver a embarcarse en la primera línea política. Beau Biden era fiscal general de Delaware y murió de un tumor cerebral en 2015, con solo 46 años. Por eso, insisten, el gesto de Barack Obama fue tan solo por compasión, y no porque prefiriese a Hillary Clinton.
Muchos funcionarios de entonces lo recuerdan diferente; creen que Obama decidió que ella sería su sucesora muchos años antes de que Biden perdiese a su hijo, y pese a eso dejó que su vicepresidente preparase el terreno para su propia campaña. En su libro de 2017 Promise Me, Dad Biden lo refleja así: «Creo que [Obama] había llegado a la conclusión de que Hillary Clinton casi seguro sería la nominada, lo que le venía bien», escribió, haciendo referencia a un encuentro que tuvieron en enero de 2015.
Kamala Harris: la probable candidata a presidenta
Después de que Biden haya anunciado que no se presentará a las elecciones, el partido debe escoger a un nuevo candidato a solo 107 días de las mismas. El presidente ha dado este domingo su apoyo a su vicepresidenta, Kamala Harris, pero eso no la convierte automáticamente en candidata. Aunque Biden ganó las (mini) primarias de su partido, todavía no había sido oficialmente designado como el nominado para las elecciones. Eso era algo que tenía que suceder en la convención demócrata de finales de agosto en Chicago, por lo que todavía puede pasar cualquier cosa.
Harris ha recibido este domingo el apoyo de miembros de su partido, como Bill y Hillary Clinton, presidente y candidata a presidenta del país; el senador por Virginia Mark Warner; la senadora Elizabeth Warren y la congresista Pramila Jayapal, la primera india americana en servir en la cámara. «Es el momento de apoyar a Kamala Harris y de luchar con todo lo que tenemos para que salga elegida. El futuro de Estados Unidos depende de ello», han escrito los Clinton.
Pero un silencio atronaba por encima de todas las muestras de apoyo. El expresidente estadounidense Barack Obama ha publicado un comunicado en el que ha agradecido a Biden su sacrificio, sin mostrar su respaldo a Harris ni a ningún otro candidato. «Confío en que los líderes de nuestro partido serán capaces de crear un proceso del que salga un candidato», ha escrito en una publicación en Medium. Del mismo modo, la exportavoz en el Congreso de los demócratas Nancy Pelosi tampoco ha respaldado a la vicepresidenta.
¿Hay partido? ¿Prefiere Obama que el candidato o la candidata sea otra persona en lugar de la afroamericana, o simplemente no ha creído conveniente decantar la balanza hacia un lado con el cadáver de Biden aún caliente? La incógnita se resolverá en los próximos días. Los demócratas no tienen demasiado tiempo: esta semana estaba previsto que se celebrase la reunión en la que decidirían quién sería su candidato. Ese encuentro previsiblemente se pospondrá a la que viene, pero la convención del partido se acerca y después del atentado contra Trump, que ha unido como nunca a los republicanos. La formación necesita cerrar este episodio cuanto antes y mostrarse como una alternativa lo más fuerte posible. Solo los resultados dirán si lo consiguen a tiempo.