Como si de una coreografía se tratara, mientras las campanas del Pilar repicaban al llegar las nueve de la noche, los abanicos no paraban de moverse casi al unísono desafiando a los 38 grados que todavía marcaban los termómetros. Ni el calor (que no era poco) ha deslucido este sábado el desembarco de La Carroza del Real en la plaza del Pilar, que ha vuelto a responder (como ya hiciera hace dos años) a la llamada de la ópera y la zarzuela con un protagonista absoluto, el tenor aragonés Pablo Puértolas, que ha sido el que ha recibido las mayores ovaciones de la velada. Una velada que ha estado presidida por la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca; y el director general del Teatro Real, Ignacio García Berenguer, y que han disfrutado alrededor de 3.000 personas.
Junto al aragonés Pablo Puértolas, el elenco que ha interpretado algunas de las arias y dúos más famosos de la historia de la música, lo ha completado la soprano Rosa María Gomariz, la mezzosoprano Alejandra Acuña y el barítono Milan Perišić, todos ellos acompañados al piano por Cristina Sanz. Los artistas han conformado un programa compuesto por catorce arias de óperas, entre las que no faltaron el ‘Don Giovanni’, de Mozart; ‘La Traviata’, de Verdi (muy ovacionada); Carmen, de Bizet; o ‘La revoltosa’, de Chapí.
Sin temporada estable
Zaragoza, ahora mismo, es la ciudad más grande en España que no cuenta con una temporada estable de ópera y zarzuela, lo que explica también el éxito de esta iniciativa del Teatro Real cuyo objetivo es precisamente ese, llevara la lírica a todos los lugares y que se pueda disfrutar de la música al aire libre. Ante un público de mediana edad (poco joven se ha visto en la plaza del Pilar), la Carroza del Real ha conseguido obnubilar a un público que ha demostrado que tenía ganas de poder disfrutar de un repertorio de lírica de primer nivel.
Con una escenografía sencilla asemejándose a la caja escénica de un teatro, pero efectiva para lo que se venía a ofrecer y con la lírica y las interpretaciones, como no podía ser de otra manera, en primer lugar, los intérpretes les han ofrecido a los espectadores (muchos de ellos sentados en sillas habilitadas por la organización) un espectáculo de gran precisión vocal y compenetración con el público.
Conforme avanzaba la velada y la oscuridad se iba adueñando de la plaza del Pilar, la imagen era realmente espectacular con el sonido de las voces de los artistas penetrando por todos los lugares del espacio.