Las campañas electorales en Estados Unidos son muy largas y exigentes. Hay que viajar por un país enorme, en ocasiones a varios lugares en el mismo día. Comienzan muy temprano por la mañana con entrevistas en radios y televisiones locales. Siguen con dos, tres o cuatro mítines, y más intervenciones en la televisión nacional por la tarde. Entre acto y acto, hay que aprovechar para hacer decenas de llamadas para recaudar dinero. Termina el día a deshoras, quizá con un mitin nocturno. Hay que estar muy en forma para darlo todo. Los anteriores candidatos demócrata y republicano, Barack Obama o Mitt Romney, se dejaban la piel recorriendo la geografía estadounidense.
“Todo esto ha cambiado desde que los candidatos son ancianos. Trump es notoriamente perezoso en campaña, y Joe Biden es incapaz de llevar ese ritmo y se limita a un mitin al día y una o dos entrevistas”, explica Roger Senserrich politólogo residente en Estados Unidos y autor de ‘¿Por qué se rompió Estados Unidos?’. “Ahora, tras la renuncia de Joe Biden a seguir en la carrera electoral, los demócratas van a poder tener un candidato o candidata efectivo, capaz de formular ideas e hilar frases. La campaña va a dejar de ser una agonía completa”.
La retirada de Biden, control de daños
El 5 de noviembre no solo está en juego la Casa Blanca. Se eligen también 435 congresistas, 33 senadores y los gobernadores de 11 Estados. Un mal candidato, que no moviliza al electorado por una mala campaña, termina desincentivando a los votantes, que pueden no acudir a las urnas tampoco para las otras elecciones paralelas, explica Senserrich. Por eso los líderes demócratas de Congreso y Senado, Hakeem Jeffries y Chuck Schumer, han presionado a Biden para que se retire, tras quedar en evidencia sus problemas para cumplir con las expectativas.
De momento, y tras el apoyo de Joe Biden en la red social X a Kamala Harris, su vicepresidenta, muchos de los grandes nombres del Partido Demócrata se han mostrado también a favor de ella. Eso no garantiza que vaya a ser la candidata, porque podrían salir algunos de los que tenían aspiraciones. Pero sería un suicidio para el partido mostrar desunión a tan solo tres meses y medio de de los comicios. Además, el que se atreviera a dar el paso tendría un escenario sombrío por delante: ir con un partido dividido a unos comicios en los que Trump es el gran favorito, y perder; o salir derrotado de la convención y quedar expuesto como el responsable.
El Partido Demócrata tras la retirada de Biden
“Los demócratas están tratando de limitar daños y que no les perjudique en el Congreso. El problema es que la vicepresidenta Kamala Harris, a quien Biden ha dado su apoyo, no es muy potente y no creo que esto les sirva para dar un vuelco a las elecciones. Se meten en aguas inciertas”, explica Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales especializado en Estados Unidos de la Universidad de Burgos. “En las encuestas no está por delante de Trump, sigue ganando voto popular y estados clave. Además, abre flancos a los demócratas, porque demuestra que han tenido que tirar a la basura el proceso de primarias y se han visto forzados a retirar a su candidato”.
Otra de las ventajas que ha obtenido el Partido Republicano en el mismo momento en que Joe Biden ha decidido abandonar la carrera presidencial es que anula el efecto mediático de la Convención Republicana. Ayuda también a mitigar el impulso en las encuestas y el aura mística de la que se ha recubierto Donald Trump tras el intento fallido de asesinato sufrido durante uno de sus mítines.
Ahora de lo que van a hablar los medios es de quién será el candidato demócrata. Este hará centenares de entrevistas, la gente pondrá atención a sus mítines y a sus ideas políticas. Se especulará durante días o semanas con quién será el segundo en el tándem presidencial, el candidato o candidata a vicepresidente. La inercia mediática ha girado ya 180 grados.
“Creo que hay que recalcar que Kamala Harris tras la debacle de Biden en el debate ha estado muy bien, ejerciendo como vicepresidenta y como candidata a la vicepresidencia, generando titulares todos los días”, opina Senserrich. “Estaba infravalorada, aunque está claro que no es una política estelar. No es Obama, ni la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, o el de Pensilvania, Josh Shapiro”.
El problema es que tienen que empezar todo desde cero. Antes los votantes sabían a qué atenerse, y conocían al candidato. Si finalmente la sustituta es Harris, puede ser vista como una continuidad de las propuestas políticas.
El ciclo electoral ya estaba siendo vertiginoso: en unas pocas semanas se han producido la condena penal de Donald Trump, la debacle del debate que disparó las dudas sobre el estado de salud de Joe Biden y el intento de magnicidio de Trump.
El Partido Demócrata ha apretado el botón de reinicio. Tiene 107 días de una campaña que promete ser aún más frenética para darle la vuelta a las encuestas, que casi coronaban hasta ahora al republicano Donald Trump como próximo presidente de los Estados Unidos.