José Manuel Antich tenía un sueño: crear su propia granja de gallinas ponedoras de libre pastoreo en Silla. Este extrabajador de la Ford, vecino del municipio, no quería una instalación intensiva, sino una casa-corral de 60 metros cuadrados pensada en el bienestar de las aves, con capacidad para 500 ejemplares. Y centrar su negocio en un modelo sostenible y ecológico, dirigido a proveer huevos a vecinos de su localidad. Esta es la “historia de superación personal y técnica” de cómo lo ha conseguido después de una espera activa de más de 700 días.
Cuando en 2022 José Manuel Antich, en situación de desempleo, planteó su modelo de negocio para instalar en Silla una casa de gallinas ponedoras no sabía que el camino para conseguirlo iba a estar repleto de numerosas barreras administrativas. Sin precedentes ganaderos ni hortelanos en su familia, emprendió un proyecto para el que invirtió 40.000 euros. «Me embarqué en este proyecto por dos motivos: uno por ser emprendedor, ser tu propio jefe, marcar tus propios horarios y liderar un proyecto apetecible tanto para el productor como para el cliente; y segundo, para que la gente pueda ver gracias a las redes sociales el día a día, cómo tratamos a nuestras gallinas, con el bienestar animal por bandera. Se puede ver la felicidad con la que trabajamos, por eso siempre digo que no es un trabajo es ocio», explica Antich.
Se acompañó del estudio valenciano MasQueIngenieros (MQI), desde donde se comenzó el trabajo técnico necesario para superar los obstáculos que imponían las diferentes normativas. «Hay que solicitar muchos permisos, siempre dando dinero por adelantado y a veces esos permisos se demoran, pero si te pones en buenas manos de profesionales como hice yo, te van guiando para llegar a buen puerto», explica Antich.
Superación de barreras técnicas
Y ese apoyo llegó de MQI. «Aunque el proyecto era pequeño, una granja tradicional sin industrialización aparejada, conllevó complejidad porque se enfrentó a ubicarlo en una parcela de suelo no urbanizable, al Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de la Albufera, a un área de influencia de gripe aviar, a una cartografía catastral incorrecta, a una autorización la Red de Carreteras del Estado, por la A7; al vertido cero de la Confederación Hidrogáfica del Júcar; a la autorización sanitaria y a una zona vulnerable por riesgo de contaminación por nitratos”, relata Miguel Ángel Gómez, ingeniero y director técnico del proyecto, sobre las trabas a las que tuvieron que enfrentarse entre 2022 y 2024.
Respecto al suelo no urbanizable, el estudio realizó un proyecto compatible con el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Silla y a la Ley de Ordenación del Territorio, Paisaje y Urbanismo (LOTUP), que prevé la regularización a través de la figura denominada minimización de impacto territorial. En este sentido, según indica Gómez, “se proyectaron los espacios estrictamente necesarios para la actividad, con una solución compatible también con el PORN de la Albufera”.
Para resolver el área de influencia de la gripe aviar, según apunta el ingeniero, “se desarrollaron soluciones para evitar el contacto con la avifauna silvestre, un aspecto de vital importancia porque, de no superarlo, el proyecto sería inviable de raíz”, explica el técnico. En lo que se refiere a la A7, se proyectaron las edificaciones fuera de la zona delimitada por Carreteras del Estado. Para conseguir el vertido cero, se ejecutó un depósito estanco y para reforzar la sostenibilidad del proyecto, se apostó por la economía circular. Así, la gallinaza la utiliza el emprendedor como abono para el aloe vera que tiene plantado en la parcela en que se asienta la casa de gallinas. Por último, el estudio planteó la justificación de la no necesidad de registro sanitario por ser venta directa al consumidor final de los huevos.
De la casa de gallinas al mercado municipal de Silla
Precisamente, José Manuel Antich, que tiene 38 años, incluyó en su proyecto abrir una parada en el mercado municipal de Silla para poner a la venta las 40 docenas de huevos diarias que ponen de media sus gallinas a un precio de 2,90 € cada una. Un sueño hecho realidad que le permite vender a sus vecinos más de 146.000 huevos de corral al año gracias a la producción de sus aves ponedoras, a las que atiende a diario desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche. «Que la gente te diga que el producto es de calidad es gracias a que a través de las redes sociales vizualizamos todo el proceso y saben que ante todo está el bienestar animal. También queremos hacer jornadas de puertas abiertas próximamente«, concluye.
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