El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. / EFE

Cuesta encontrar una despedida más gélida que la firmada por Joe Biden para renunciar a su continuidad en la Casa Blanca. Se trata en realidad de un atentado que ha logrado su objetivo, el asesinato de Julio César a manos de los traidores íntimos en la versión de la propia víctima, que se mantiene agónica en el cargo aunque el senador Republicano Marco Rubio haya declarado que si no puede ser aspirante, tampoco debe encarnar la presidencia.

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