William Wilkie Collins es un caso singular en la importante relación de novelistas ingleses del siglo XIX. El pasado 8 de enero, se cumplió el bicentenario de su nacimiento en Londres, donde falleció el 23 de septiembre de 1889. Era hijo del pintor William Collins y pasó la infancia y la adolescencia en Italia, circunstancia que influyó notablemente en su vida. Estudió Derecho, pero nunca ejerció como abogado. Es autor de veintisiete novelas, de relatos cortos, de obras de teatro y de escritos sobre otras cuestiones. En 1848, tras fallecer su padre, se publica su primera obra, sobre su progenitor. A causa de la enfermedad que Wilkie padecía, la medicación, a base de láudano y otros calmantes, le produjo una drogodependencia que le afectó notablemente a lo largo de su vida. Otro hecho decisivo fue la amistad con Dickens, a partir de 1851. Colaboraron juntos en diversas empresas culturales e incluso en algunas obras. Además, el hermano menor de Collins se casó con una hija de aquel.

Wilkie Collins es uno de los precursores e iniciadores de la novela policíaca, un maestro de la intriga, del misterio, del suspense. De su vasta producción destacan sobre todo La Dama de blanco (1860), Armadale (1866) y La piedra lunar (1868), que, para T. S. Eliot, era la mejor novela inglesa del género policíaco. Se trata de textos que, a pesar de su extensión, atrapan al lector desde el principio hasta el final. Hay numerosas ediciones de estas novelas en castellano, y de otras como La ley y la dama, Basil, La reina de corazones, Sin nombre, Calle sin salida (en colaboración con Dickens), etc.

Más reciente es la reedición de Corazón y ciencia de 1883 (Funambulista, 478 págs. con traducción y postfacio de Maite Roig Costa), una de las novelas preferidas por el propio Collins, en la que contrapone una trama romántica con las controversias de la época sobre los límites éticos de la ciencia y, más concretamente, sobre la vivisección de animales. Los protagonistas son Ovid Vere, joven médico, y su prima Carmina, huérfana, de madre italiana, menor de edad, que se traslada a Londres bajo la tutoría de su tía, la madre de Ovid, una mujer perversa, que va a intentar por todos los medios que la relación entre los primos no cuaje, porque, además, están por medio cuestiones testamentarias de las que quiere beneficiarse. A estos, se suman otros personajes variados, en cuyas conductas se refleja lo mejor y lo peor del alma humana. Además, Collins ironiza a menudo sobre la sociedad del final de la etapa victoriana. Buena novela, llena de intriga y de tensión, para las vacaciones veraniegas.

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