Resaltar hasta la complacencia institucional el carácter cívico de la incorporación a la red viaria de 60 kilómetros reservados a ciclistas y peatones, implica dejar en evidencia que la movilidad de la isla todavía tiene demasiado de incívica, incluyendo bajo tal epígrafe al insuficiente y masacrado transporte público.
Es difícil hablar de logros cuando queda tanto por hacer. Aún con todo ello, se puede reconocer que la iniciativa del Consell es un avance, un oasis lineal con interrupciones dentro de la selva de atascos y coches de un solo ocupante que tanto desagradan a Maria Frontera y en la que también proliferan los vehículos de alquiler que ella no nombra.
Llorenç Galmés y Fernando Rubio se han salido por una vez del carril VAO para recrearse en viales para pedal y alpargata de movilidad responsable y que en primavera invadirán los cicloturistas. Estarán en el entorno y barriadas de Palma, puntos clave del Raiguer, junto a nuevas carreteras en construcción y de modo casi testimonial en el Llevant y Migjorn. El Pla profundo, como casi siempre, es el gran desheredado. Recibe poco más de medio millón de euros para apenas un kilómetro en su municipio menos poblado.
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