Que hayan coincidido en el tiempo la Eurocopa y la Copa América ha provocado un boom de pedidos de camisetas falsas de selecciones. Todavía se estaban jugando ambos torneos cuando Guardia Civil y Agencia Tributaria intervenían seis millones de imitaciones en cinco almacenes de Madrid, listas para ser distribuidas.
El Área Regional de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria en Madrid y la Unidad Fiscal y de Fronteras de Madrid de la Guardia Civil, en una operación conjunta, también aprehendieron 4,5 toneladas de otros artículos, aún pendientes de recuento, que igualmente podrían vulnerar derechos de propiedad industrial. Más de una treintena de marcas internacionalmente reconocidas se podrían haber visto afectada.
Fue en el polígono de Cobo Calleja, uno de los puntos calientes en la soterrada pero ingente industria de las falsificaciones.Un monstruo que en los últimos años ha crecido de forma exponencial. Las réplicas son casi idénticas a las originales, el contacto con el vendedor es cada vez más sencillo (incluso se anuncian en Instagram) y la logística ha evolucionado un mundo. Atrás quedaron los tiempos en los que una imitación tardaba más de un mes en llegar desde China.
Ahora, los pedidos suelen llegar en un máximo de 10 días. Para ello, concretamente en España, ha hecho falta un cooperador necesario. Y este ha sido Portugal. Bien mediante las falsificaciones, bien facilitando la escala de mercancía fraudulenta, el papel de los lusos en el negocio de las imitaciones ha sido fundamental en el éxito de esta industria en nuestro país, uno de los mayores consumidores del mundo de este tipo de mercancía.
España, China y Portugal. Tres países con tres roles diferentes en el circuito de las falsificaciones, donde se está viendo en paralelo un incremento del número de golpes policiales a estas mafias. A fabricantes, ‘dealers’ y mayoristas. En neustro país, la mecionada operación es la más reciente, pero en mayo se desarrolló otra, por parte de la Policía Nacional, en la que se decomisaron 11 toneladas de ropa. Fundamentalmente camisetas de la Eurocopa, la Copa América y la Champions, cuya final aún no se había disputado.
Subcampeones
España es campeona de Europa en fútbol y subcampeona en compra de falsificaciones. Sólo nos supera Bulgaria. España es el gran consumidor de gran parte de le mercancía que se elabora (o se ‘medio elabora’, como veremos a continuación) en China. Pero no siempre es el destino final: «No sólo eso: muchas de las tiendas minoristas que se anuncian por redes sociales tienen sede en España. Gente que compra grandes cantidades de producto al mayorista y se publicita en internet», cuentan fuentes policiales a este diario.
Ese tipo de páginas han proliferado en redes en los últimos tiempos, especialmente en vísperas de los tres grandes torneos de fútbol antes referidos. Ese minorista español «lo que te ahorra es tiempo. Te manda la camiseta desde nuestro país y es mucho más rápido». Los precios, no obstante, suelen ser un poco más elevados.
Los mayoristas pueden estar en China, pero en muchas ocasiones se encuentran en polígonos industriales españoles, como ha sucedido en el de Cobo Calleja. La cantidad de empresas de origen chino que allí se reunen facilita mucho el comercio con aquel país y lo convierte en el almacén ideal de estos artículos, ubicado en el centro de España, facilitando así la logística de distribución.
Siempre Portugal
En materia de contrabando, Portugal siempre ha tenido una relación intensa con nuestro país. Muchas de las falsificaciones nos llegan por la vía lusa. Son artículos que habitualmente proceden de China, porque los requisitos para recibir este tipo de mercancía en ese país son más laxos que en España. Un vendedor reconoció a este diario que enviaba sus productos a plataformas logísticas portuguesas para evitar impuestos que en España sí le cobrarían. desde ahí, una empresa de mensajería cruza el producto hasta España.
Pero no es ese el único papel que juega Portugal en la cadena de la falsificación. En el norte del país se encuentran, desde hace muchos años, talleres textiles donde se copian prendas de marca. La denominada ‘contrafaçao’ (falsificación) portuguesa lleva desde el siglo pasado imitando ropa de grandes diseñadores. Las policías de ambos países han estrechado la colaboración, como sucedió el pasado mes de junio.
Una operación conjunta que concluyó con siete detenidos en España, diez investigados en Portugal, seis entradas y registros en España y 17 en el país luso. La policía intervino más de 20 toneladas de productos (34.436 artículos), 507.000 euros en efectivo ocultos en varios zulos, una pistola, maquinaria para creación de las falsificaciones, dispositivos electrónicos y doce vehículos. En ese caso, todas las prendas eran fabricadas en Portugal. Porque, aunque ahora, por cuestiones de costes, sale más económico comprar directamente a China, hay fabricantes que envían el producto sin acabar y aprovechan las infraestructuras textiles de nuestro país vecinos para terminar allí el producto.
«Es habitual que lleguen prendas sin acabar. Las mandan desde China, Turquía o el país donde las fabriquen. Pero les falta el remate, el logo de Nike o de Adidas, por ponerte un ejempo. Llega el producto copiado a Portugal, pero sin ese detalle. Así, la policía no puede hacer nada, porque aún no es una réplica de la marca. Mandan el producto inacabado para burlar la ley». Se lo explica a El Periódico de España, del grupo de Prensa Ibérica, Gerard Guiu, presidente de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema), la principal entidad española de empresas por la defensa de los originales.
China aprieta
No obstante, el problema principal sigue siendo China: el mayor fabricante mundial de estas falsificaciones, por delante de Tailandia, Hong Kong o Turquía. Mientras la fábrica siga produciendo, encontrará maneras de hacer llegar su producto a los países compradores.
«Muchas veces va este tipo de ropa en contenedores con otros artículos legales. Como sucede con los estupefacientes. Para intervenir este tipo de cargamentos es imprescindible la colaboración con las autoridades de los otros países y que haya una investigación fuerte detrás. Si no, es imposible pararlo. La cantidad de transacciones comerciales que se hacen con China son tantas, que es imposible tenerlo todo controlado», concluyen estas fuentes policiales.
En los últimos tiempos, no obstante, las autoridades chinas han intensificado sus redadas en las sedes de los grandes fabricantes. Ha crecido el número de intervenciones realizadas directamente en las factorías de camisetas o en los contenedores de los puertos más importantes del país, con productos listos para ser enviados concretamente a Europa, el gran consumidor. Desde Andema han aprovechado para «pedir la complicidad del ciudadano y que no compre este tipo de artículos, que destruyen puestos de trabajo y alimentan a redes criminales de explotación de personas».