Parecía que este verano estaba dando un respiro. No llegaba el calor sofocante al asfalto madrileño y muchos respiraban tranquilos con esas temperaturas máximas de 30ºC en una ciudad que se instalaba cada jornada de los últimos julios y agostos a los 40ºC. Incluso soplaba un agradable aire por las noches y se podía dormir sin ventilador y con una fina sábana.
Pero todo cambió en cuanto Karol G aterrizó en Madrid, la última ciudad europea en la que va a mostrar su Mañana Será Bonito Tour, que ya ha recorrido Latinoamérica, Estados Unidos y el Viejo Continente. Con ella, llegó la canícula. O, como reza la voz que habla al inicio de su último sencillo Si antes te hubiera conocido: KLK -uso coloquial de “¿qué es lo que es?”- / Estamo’ a rulay -estamos pasándolo bien, nos sentimos bien- / Empezó el verano / Fuego.
La colombiana retorna a Madrid después de haber ofrecido hace dos años su último concierto, en esa ocasión itinerante. Con cerca de un mes de preparación, se subió a una carroza y dejó que todo el público que se congregaba en el desfile del Orgullo LGTBIQ+ 2022. Se tiró más de tres horas cantando, ataviada con una peluca azul y unas alas coloreadas con la bandera que representa la diversidad sexual y de género. El último álbum que había lanzado era KG0516 y todavía no se conocía nada de Mañana será bonito.
Decenas de seguidores de La Bichota, un término que en masculino proviene del inglés big shot y que se usa en español en países como Puerto Rico para denominas a capos del narcotráfico, formaron una corriente que flanqueaba por ambos lados la carroza de la artista, por lo que vieron un concierto de una superestrella totalmente gratis. El show del Bernabéu no lo es, y a algunos les ha costado la entrada más de 500 euros, aunque la media era mucho menor, de unos 100. Venían todos preparados. No faltaba un detalle entre los seguidores de La Bichota: ni los sombreros de cowboy, ni las camisetas de merchandising, ni las prendas rosas de brilli brilli o de tye dye ni los peinados elaborados con abalorios, moños y trenzas. Un momento… «¿Ustedes tienen la bandera de Colombia?», preguntaba a los aledaños del Bernabéu a sus amigas. La tenían, la tenían. “Se vinieron hermosas con el outfit”, agradecería después Karol G al entregado estadio
La mayoría del público accedía al Bernabéu -único escenario del MDB Tour en España- a las 20:30 horas, una antes de que apareciese Carolina Giraldo Navarro, para escuchar a Ovy On The Drums, el principal productor de la colombiana. Ellos se conocieron durante la grabación de Amor de dos, una canción que grabó una jovencísima Karol G recién salida de Factor X, con Nicky Jam. Su idilio musical con el productor dura hasta hoy.
Los asistentes aguantaban a golpe de abanico y de botellas de agua a cuatro euros el sofocante bochorno que se concentraba en la loca obra de ingeniería de Florentino Pérez durante la media hora que Karol G les hizo esperar entre el show de su productor y el suyo, cronométricamente puntual, sin más entretenimiento que una playlist de reggaeton.
El estadio del Real Madrid, hoy de la de Medellín, estallaba en júbilo al ver en las pantallas el cuento animado de Carolina, la sirena a la que se le heló el corazón. ¿Por qué? Por un hombre. Por dos. Por el Piqué de Shakira y por el Anuel AA de la propia Karol G, al que les restregaban en TQG, que ellas les quedaron grandes. Tan grande estaba Karol G que se ha convertido no sólo en el actual top 1 de Spotify en España, sino en la artista que más entradas ha vendido en España en días consecutivos, del 20 al 23 de julio. Ha superado los 240.000 tickets, sobradamente por encima de los 225.000 de Coldplay en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Montjuïc, en mayo de 2023 y de la doble fecha de Taylor Swift en el estadio madridista en mayo.
BESTIES y Mi cama lanzaron unos fuegos artificiales que rebajó la balada EL BARCO, con el que se alumbraron las muñecas de todos los fans. El cariño de los nacionales y de los residentes en nuestro país procedentes de la diáspora sudamericana llevaron a la colombiana a atreverse con unos movimientos flamencos.
Ya bien roneanta, cantó X SI VOLVEMOS, con Romeo Santos de fondo, pero no en directo. Sonaban unos cuantos hits sin que a Karol G la acompañase un artista invitado, sólo su equipo de baile: Tusa, con Nicky Minaj y su “hice toro este llanto por nara”, que se escuchaba en directo por primera vez en España; AMARGURA, con la que confirmaba que no solo sabe hacer reggaetones alegres y familiares, sino también canciones que desgarran de desamor el cora, y con la que la sirena Carolina encontraba un “rayo de esperanza” en una Moto mami, perdón, mariposa la empoderaba; BICHOTAG, el rap cantado sobre un tiburón biónico; Una noche en Medellín, con el baile favorito de su coreógrafa catalana, Júlia Pericas, inspirado en el K-Pop y el J-Pop; QLONA o la sensual Sejodioto, en el valle de un concierto al que le empezaba a faltar chispa.
La prendió con Punto G, de su segundo álbum, Ocean (2019). Sólo para las reales. Su BICHOTA para todas sus “mamasotas guerreras”, seguido de EL MAKINON y de su “canción favorita de Mañana Será Bonito”, Carolina, ya con una sensación térmica diez grados superior a la de la esquina de Castellana con Concha Espina. Del twerk en GATÚBELA y PERO TÚ, una Karol G enamorada, vestida de sirena y subida en una carroza con forma de nube animaba a “escribir a esa persona y darle gracias por estar en su vida y por hacerla más especial”. Una declaración de amor que completaba con Ocean. Con MERCURIO y A ella, los 60.000 asistentes coreaban al unísono esta “canción OG”, aunque el show no terminaba de convertir una meseta más ancha que la central de la Península Ibérica en un divertido Pirineo.
“Hay una bichota dentro de cada uno de ustedes”, concluía el cuento que anticipaba la fase de desenlace del concierto. La interpretación ultrabuenista y algo ñoña de MIENTRAS ME CURO DEL CORA, al ukelele y con una performance de actuación de pequeña sala, dio paso a CONTIGO, que seguía sin despertar el show. Menos mal que por fin cantó su nuevo mambo: Si antes te hubiera conocido.
Después de pasar por Lisboa, donde le llamó la atención la cantidad de españoles que se habían desplazado para verla en lugar de acercarse al Bernabéu, y de Berlín, ambos en Arenas, Karol se ha podido sentir arropada por su público iberoamericano. Eso precisamente, el público, ha sido lo único que se ha permitido desbordarse en un show comedido y cargado de los exitazos inapelables de Carolina. Pese al ímpetu y la voz incansable de la colombiana, las coreografías, los vídeos de las pantallas inmejorablemente grabados, los fuegos artificiales y las llamaradas del escenario que acaloraban aún más este julio en Madrid, el espectáculo se quedaba tan frío como el corazón de la sirena Carolina del cuento inicial.