Para mejorar la tasa de reciclaje y mantener a quienes ya reciclan de manera consistente, es esencial explicar con claridad cómo manejar los residuos y qué sucede con ellos una vez entregados a los responsables de su gestión medioambiental.
Todo comienza con el ciudadano
Los medicamentos sobrantes, después de finalizado el tratamiento prescrito por el médico, caducados o en mal estado, deben depositarse junto con sus envases y prospectos en los contenedores de color blanco y verde que están en las farmacias. Estos contenedores, que se distinguen por llevar una flecha circular abierta con una cruz en el centro, están disponibles en las más de 22.000 farmacias repartidas por toda España.
El 70% de los materiales se reciclan, el 29% se valorizan energéticamente (generando electricidad o calor) y solo el 1% se elimina a través de vertederos
La gestión medioambiental de estos restos generados en los domicilios está a cargo de SIGRE, que es una entidad sin ánimo de lucro creada por la industria farmacéutica en 2001, con el apoyo de las farmacias y los distribuidores, para ese fin. En la actualidad, participan en SIGRE más de 300 compañías farmacéuticas, 145 almacenes de la distribución farmacéutica y todas las farmacias de nuestro país.
SIGRE responde en su operativa a los principios de la economía circular: los ciudadanos llevan los restos de medicamentos y sus envases al contenedor blanco y verde de la farmacia (Punto SIGRE). Allí, los distribuidores, que entregan los nuevos medicamentos, recogen -en un proceso de logística inversa- las bolsas con estos restos. De ahí van a sus plantas de almacenamiento, para trasladarlos posteriormente a un Planta de Clasificación de Envases y Residuos de Medicamentos en Tudela de Duero (Valladolid), donde se separan los materiales de los envases (papel, cartón, vidrio, plástico, metales) para su reciclaje. Los restos de medicamentos se aprovechan como combustible en plantas industriales.
Este sistema implementa de forma efectiva la jerarquía de los residuos para reducir la huella ambiental, dado que el 70% de los materiales se reciclan, el 29% se valorizan energéticamente (generando electricidad o calor) y solo el 1% se elimina a través de vertederos. Este exigente proceso es crucial ya que los medicamentos contienen principios farmacéuticos activos que son potencialmente contaminantes y requieren un tratamiento medioambiental diferenciado y separado de otros productos para prevenir la contaminación del suelo y el agua. Además, los envases podrían contener trazas de medicamentos, lo que también conlleva un riesgo para el medio ambiente y la salud.
El simple y pequeño gesto de utilizar el Punto SIGRE para deshacernos de nuestros restos de medicamentos tiene un impacto significativo en nuestra salud y la del planeta. En sus 23 años de existencia, SIGRE ha evitado la tala de 210.000 árboles (el equivalente a 12 parques de El Retiro en Madrid) y la emisión a la atmósfera de 90.000 toneladas de CO2, y ha ahorrado el consumo de 400 millones de litros de agua (suficiente para llenar 160 piscinas olímpicas) y de 430 millones de kWh (lo que consumen en electricidad los hogares de una ciudad como Cádiz en un año).
Reciclar los medicamentos y sus envases no solo es una práctica responsable sino también necesaria para proteger nuestro entorno. La colaboración de todos es esencial para mantener y mejorar estos logros, asegurando un futuro más saludable y sostenible. Los ciudadanos pueden tener la certeza de que se realiza una gestión eficiente de estos residuos.