La región del Tigray se encuentra al borde de una catástrofe humanitaria, no vista desde la hambruna de 1984 y 1985 que acabó con la vida de millones de personas. Sin embargo, la Iglesia no abandona a quienes lo necesitan. Es la zona más septentrional del país, y en ella, actualmente, más de 20 millones de personas, el 91% de la población, necesitan ayuda humanitaria urgente.

Es la terrible consecuencia de una combinación mortal: dos años de guerra, entre noviembre de 2020 y 2022, que dejaron más de 600.000 fallecidos y tres millones de personas desplazadas, y la sequía.

Los más vulnerables son las mujeres embarazadas y con menores a su cargo, las personas mayores con enfermedades crónicas y los niños y niñas en edad escolar. Esto les arrastra a una supervivencia cargada de traumas, violencia sexual y trata.




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