La mitad de las mujeres y una cuarta parte de los hombres jóvenes en España han sufrido agresiones sexuales facilitadas por drogas, especialmente alcohol, en algún momento de su vida. Los tocamientos y los besos son las formas más comunes, mientras que una de cada diez personas experimentan violencia más invasiva, como la masturbación, la penetración o el sexo oral.
Estas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado un estudio del grupo de investigación en Ciencias Químicas y Forenses (Cinquifor) de la Universidad de Alcalá de Henares, que acaba de publicarse en la revista Science Direct, y que ha contado con la participación de más de 1.600 jóvenes entre 18 y 35 años que residían en España.
La agresión sexual facilitada por drogas es una forma específica de violencia sexual en la que los perpetradores se aprovechan de víctimas incapacitadas por sustancias psicoactivas, incluido el alcohol y otras drogas, consumidas tanto voluntaria o involuntariamente. Para los y las investigadoras, es clave conocer la prevalencia de este problema en contextos de fiestas juveniles e identificar los factores de riesgo desde un enfoque de género para desarrollar estrategias de prevención efectivas dirigidas a erradicarlo.
El alcohol predomina
Así, el trabajo ha visto que las mujeres tienen un riesgo tres veces mayor que los hombres de sufrir este tipo de violencia, especialmente las que cuentan con un nivel educativo más bajo: la prevalencia llega casi a una de cada dos mujeres jóvenes (48,4%) frente a uno de cada cuatro hombres (27%). También las personas de origen extranjero y hombres y mujeres no heterosexuales son más vulnerables a sufrir un episodio así.
Entre las drogas predomina el consumo del alcohol (79% en agresiones a mujeres y 83,3% en hombres). Le sigue de lejos el cannabis (8,9% en mujeres y 15,7% en hombres), mientras que las conocidas como ‘drogas de la violación’ (burundanga o escopolamina, ketamina y GHB) están involucradas en una minoría de casos (2,6% en mujeres y 4,3% en hombres) pese a ser los más mediáticos.
La cifra de 37,9% de jóvenes agredidos alguna vez en contexto de ocio incluye todo tipo de aproximaciones sexuales no deseadas. La victimización femenina debido a tocamientos y besos fue notablemente alta, mientras que los varones representaron casi la mitad de las víctimas de experiencias de violencia más invasivas que incluyeron masturbación, penetración y sexo oral.
Grave problema de salud pública
Los resultados del estudio ponen de manifiesto la «alta prevalencia y complejidad» de este problema, que contrasta con la visión simplificada que caracteriza la opinión popular generalizada.
«Hemos observado que predominan aquellas agresiones perpetradas por personas pertenecientes al círculo íntimo de la víctima«, indica el investigador principal del proyecto, Pablo Prego, por medio de un comunicado. «Estamos ante un grave problema de salud pública que requiere acción urgente. Es necesario aumentar la sensibilización social sobre la conducta oportunista de quienes aprovechan la vulnerabilidad sexual potenciada por el consumo voluntario de sustancias, fundamentalmente alcohol», asegura.
El estudio también confirma que la mayoría de los agresores actúan aprovechándose de estados de flaqueza potenciados por los efectos psicoactivos de sustancias «consumidas voluntariamente». De hecho, la conducta oportunista se confirma en al menos 70% de los casos. Es lo que se llama ‘vulnerabilidad química’.
Respecto a los agresores, el 91,4% de los casos de violencia sexual contra mujeres son perpetrados por un solo hombre, mientras que las agresiones grupales suponen el 6,2%. A su vez, en las agresiones contra hombres, el 57,2% son perpetradas por una sola mujer y un 5% por un grupo de mujeres.