De puertas hacia fuera, el mar aparecía entre las palmeras con todos los ingredientes del verano y la playa simbolizaba cierto canto a la libertad, como aquel que entonó a pocos metros de allí Gala Dalí hace ya casi un siglo. Y de puertas hacia dentro, un hotel albergaba la Escuela de Verano de Nuevas Generaciones y del Partido Popular Europeo en uno de sus salones, desde el que también se veía el Mediterráneo. A grandes rasgos, este fue el panorama que se encontraron el presidente nacional de los populares, Alberto Núñez Feijóo, y el barón andaluz y presidente de la Junta Juanma Moreno bajo la calurosa tarde del penúltimo viernes de julio en Torremolinos. Ya eran algo más de laa seis y media cuando ambos irrumpieron juntos en el acto, tras bajarse de la misma furgoneta y saludar a pie de calle a los que iban a ser sus compañeros en una mesa redonda. Entre ellos, el baloncestista Augusto Lima, cuyos más de dos metros de presencia saltaban especialmente a la vista, con la casualidad añadida de que deja de jugar en el Unicaja de la Málaga de Moreno para hacerlo con mucha probabilidad en un equipo de la Galicia de Feijóo: el Leyma Coruña. Y en un ambiente tan distendido se movió Feijóo hasta que la charla en la que participó iba llegando a su final y entonces repasó la actualidad más inmediata y, cómo era previsible, situó en el centro de la diana a Pedro Sánchez: «Cuando un político es amoral y no es riguroso, hay que echarlo. Si digo que hay que regenerar la vida política y el viernes mi mujer declara en un juzgado por corrupcion, no podría salir a la calle y mi partido me pediría que dejara paso».

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