Donald Trump dio este jueves el discurso más largo de aceptación de una candidatura de la historia de Estados Unidos. Una hora y cuarto de voz baja, lenta y monótona, como de homilía. Ese fue el único cambio real del nuevo Trump, redivivo tras un intento de asesinato sufrido hace seis días que falló por los pelos. Ese, y algunas llamadas a la unidad de un país que admite dividido y polarizado; llamadas que en todo caso duraron solo unos pocos segundos y no fueron ni de lejos lo más sustancial de su monólogo. 

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