La unión desde la Fe hace que el “sí” que se dan los esposos sea hasta el final. incluso llegando hasta correr el mismo padecimiento para encontrarse con el Señor y darle el abrazo definitivo por toda la eternidad. Hoy celebramos a Santa Sinforosa, que vivió en su familia esta realidad. Oriunda del siglo II, de su matrimonio con el también cristiano Getulio, nacen siete hijos, a los que se consagraría por completo.

De hecho, su esposo siempre fue de conducta intachable y nunca se apartó del camino de Dios. En casa, siempre comprendió que no se trataba de introducir el concepto de falsos triunfalismos y pompas humanas, sino de ayudar a descubrir el Amor de Dios, el Único que nunca pasa. Así les enseñó los valores del Reino de los Cielos, como lo más prioritario en el mundo, ya que lo demás viene por añadidura, tal y como señala el Evangelio.

Pronto el Emperador Adriano, recrudece la persecución contra los cristianos. En una de las detenciones caen Getulioy su hermano Amancio, que también es militar, siendo ambos decapitados por su Fe en Cristo. La madre, sale hacia Tívoli con sus hijos, preparándoles para el gran combate espiritual que se les avecinaba. Después de que su padre y su tío hayan entregado su vida por Cristo, ella les habla de los bienes eternos.

Estos son los que nunca caducan y por los que merece la pena darlo todo, para recibir la Recompensa Eterna prometida. De esta forma logra la unidad de todos, hasta el día en que son apresados. Al no apostatar de la Fe, ella es atada con una piedra al cuello, y arrojada al río, en el año 138. Posteriormente los hijos sufrieron también multitud de tormentos hasta morir. Tanto las reliquias de Sinforosa de Tívoli como las de Getulio, su esposo, están en la Iglesia Romana en honor de San Miguel.

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